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//Por; Jesús Hoyos Hernández//Crónicas//Historia Universal//
La historia nos dice que Constantino el Grande murió en su castillo de Izmir, Turquía y enterrado en Constantinopla. Malamente iba a encontrarse en una Catacumba romana, pero para la Iglesia de ayer, como pasa igual hoy, importa más que la verdad, el oro que puede caer en sus arcas sin fondo. Podríamos mencionar casi un centenar de estos bochornosos negocios de tráfico de osamentas de esta Iglesia impresentable, pero solo mencionaremos unos pocos más, como Santa Mundicia, mártir de las Catacumbas, santa patrona de las solteronas, encontrada en la Iglesia de San Pedro de Múnich, Alemania; Máximo, encontrado en Burglen, Suiza, famoso Patrono de los pobres; San Pancracio Mártir, muerto hacia el año 305, encontrado con su regia armadura puesta, patrón de la juventud, contra falsos testigos y falsos testimonios, contra perjurio, calambres, espasmos, dolores de cabeza; casi tan bueno como el mentol. Rezar su novena dicen que da dinero urgente y rápido empleo. Se celebra el 21 de mayo. Y por último, la guinda de la torta, San Longino, el soldado romano que la leyenda cuenta que traspasó con su lanza el costado de Jesús, un sujeto que no tiene nombre ni ha sido nunca identificado como un ser real, pero sobre el cual la Iglesia tejió una leyenda fantasiosa que coronó con su bizarra santificación por un Papa despistado. Identificados sus restos de la misma poca ortodoxa manera que los anteriores, su esqueleto enjoyado se exhibió por siglos en una iglesia de Tunzenberg, Alemania.
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