Biografías.
Presidentes de México.
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Francisco Ignacio Indalecio Madero Gonzáles. Conocido y bautizado como el "Apóstol de la democracia) Nació en la hacienda de El Rosario, Parras de la Fuente , Coah., el 30 de octubre de 1873. Después de realizar estudios en Estados Unidos y Francia se dedicó a los negocios familiares. En 1905 se inició como escritor político en "El Demócrata" y más tarde escribió "La sucesión presidencial de 1910" en que atendía el llamado de Díaz de formar partidos políticos. En 1909 fundó en el capital el Centro Antirreleccionista de México, siendo sus principios los de "SUFRAGIO EFECTIVO Y NO REELECCION". Al ser postulado como candidato a la presidencia fue aprehendido pero logró fugarse.
Elegido Díaz como triunfador en las elecciones no le quedó a Madero otro camino que levantarse en armas, lo cual hizo proclamando el Plan de San Luis Potosí, el pueblo se alzó a la revolución el 20 de noviembre de 1910. Madero triunfó y Díaz renunció a su puesto el 25 de mayo de 1911. Ganó las elecciones para la 2 Presidencia pero su gobierno no fue estable.
En 1913 tuvo lugar la Decena Trágica, sublevación que culminó en la detención de Madero y sus ministros. Victoriano Huerta desconoció el gobierno legítimo el 18 de febrero y el 22 de ese mes ordenó la ejecución de Madero y Pino Suárez. Estos fueron asesinados por un grupo de soldados al mando de Francisco Cárdenas y Rafael Pimienta. Así terminó la vida del iniciador de la (1) Revolución Mexicana.
6 de Noviembre de 1911. Francisco I. Madero protesta como Presidente Constitucional de la República. Día glorioso para la Democracia Nacional.
El Asesinato del presidente madero
22 de febrero, 1913
Eran las diez de la noche del 22 de febrero de 1913. Madero y Pino Suárez acababan de apagar las luces y se disponían a dormir, cuando entraron al cuarto el coronel Joaquin Chicarro y el mayor de rurales Francisco Cárdenas, vestido de charro, con su imprescindible corbata roja al cuello.
-Señores, levántense.
- ¿A donde vamos? - preguntó Madero, incorporándose sorprendido.
- Los llevamos fuera... a la Penitenciaria - repuso Cárdenas.
El general Felipe Ángeles, a quien se ordenó permanecer en Palacio, abrazó emocionado a sus dos amigos. Hubo pocas palabras. Al salir se agregaron al grupo el oficial de rurales Rafael Pimienta, el cabo segundo Francisco Ugalde, el capitán Agustín Figueras y otros dos rurales mas.
A la puerta de Palacio les esperaban dos automóviles negros. En uno de ellos fue introducido el señor Madero. Francisco Cárdenas se acomodó junto a él y adelante se ubicaron los dos rurales.
El licenciado Pino Suárez subió en el otro automóvil. Iba custodiado por el capitán Agustín Figueras y por el oficial de rurales Rafael Pimienta.
Los dos automóviles partieron en medio de la noche rumbo a la calle de Lecumberri, en la cual se hallaba la penitenciaria. Al llegar frente a la puerta del penal, se detuvieron un momento, y como emprendieron de nuevo la marcha, el señor Madero preguntó alarmado:
-¿A donde vamos?
-Vamos a entrar por atrás... - repuso Cárdenas.
-No hay puertas...- replicó Madero.
Pero calló al ver el entusiasmo despectivo de Cárdenas. Los automóviles enfilaron por una calle angosta, empedrada, y totalmente obscura, a cuya derecha se adivinaban entre las sombras los altos y lisos muros de la penitenciaria.
Los automóviles se detuvieron, Francisco Cárdenas dijo a Madero:
-Baje usted.
Y acompañó sus palabras con un empellón. Madero descendió del vehículo. Apenas puso pie en tierra, el mayor Cárdenas le disparó, por atrás, en la cabeza. La muerte fue instantánea.
Al mismo tiempo, en el otro automóvil, el señor licenciado José María Pino Suárez, obligado a bajar del vehículo por el oficial de rurales Rafael Pimienta, tropezaba y caía a tierra.
Pimienta le disparó un tiro, casi al mismo tiempo que se oía a unos metros el estampido que segaba la vida del héroe de la Revolución. Ya herido, Pino Suárez trató de correr gritando:
-¡Socorro, me asesinan!
El oficial de rurales, Rafael Pimienta, al oír el grito, violentamente se dirigió hacia donde corría el señor Pino Suárez y con certera puntería le dio un balazo. Esta vez, herido en la cabeza, el señor Pino Suárez cayó al suelo, pero no muerto. Entonces se ordenó a los gendarmes hicieran una descarga sobre el cuerpo yacente y Cárdenas le dio el tiro de gracia en la cabeza.
Cárdenas regresó donde estaba tirado el cadáver del señor Madero y disparó un nuevo tiro sobre la cabeza del infortunado ex presidente de la República, no obstante que desde el primer disparo había muerto.
Texto: vive la Revolución Mexicana
El fotógrafo Agustín Víctor Casasola, Ernesto Hidalgo y Publio Treppiedi sostienen la ropa de Francisco I. Madero y José María Pino Suárez, asesinados durante la noche del 22 de febrero de 1913
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