//Por; Jesús Hoyos Hernández//Prehispánica//Maternidad//
La maternidad entre los nahuas prehispánicos y otros pueblos mesoamericanos.
En las culturas mesoamericanas, las prácticas maternales han quedado registradas en códices, figurillas y otros materiales arqueológicos. Las tradiciones en torno al embarazo y el parto en el México Prehispánico. En las sociedades antiguas, donde la tasa de mortalidad era alta debido a enfermedades y guerras, era de crucial importancia la maternidad. El futuro y supervivencia del grupo dependía de las mujeres y su éxito en el parto. Según los informantes de Sahagún, la atención a la embarazada era sumamente cuidadosa y ejercida por mujeres especialistas. También se contaba con un complejo sistema de creencias lleno de mitos, algunos permanecen hasta nuestros días. Entre ellos, se debían cumplir los antojos de la embarazada, no debía ver “lo colorado” o el niño nacería atravesado. También estaba contraindicado comer tamales que se hubieran pegado a la olla, ya que no se podría parir, al adherirse el niño al útero.
El sistema de atención prenatal seguía diversos pasos, siendo el primero el anuncio del embarazo. Al séptimo u octavo mes, la comadrona daba a la embarazada un baño de temazcal, donde hacía maniobras sobre el vientre para colocar al feto en buena posición. Algunos días antes de la fecha del parto, la comadrona se iba a vivir a casa de su paciente. El parto era interpretado como una batalla contra la muerte, de la cual el trofeo era el recién nacido.
Sabemos que, antes del parto, la mujer era lavada de pies a cabeza; luego, era llevada a una sala o cámara, donde había de parir. Al iniciar el trabajo de parto, la comadrona hacía una invocación llamando a sus dedos, a la tierra y al tabaco para vencer al dolor. Como sustancias que ayudaban al parto, se empleaban el Cihuapatli o la cola de Tlacuache molida y mezclada con agua.
Ante complicaciones, la partera intentaba voltear al niño por el vientre, pero si diagnosticaba su muerte, realizaba un legrado utilizando una navaja de piedra.
Algunas figurillas procedentes del Estado de Guerrero hacen pensar que en ocasiones se llegaban a practicar cesáreas, ya que representan a mujeres con heridas en el vientre. Si la madre moría, se le llamaba Mocihuaquetzque o mujer valiente; se lavaba, se le vestía con ropa nueva y se enterraba en el patio del templo de las diosas Cihupipiltin. La mujer fallecida en el parto tenía los mismos méritos que el guerrero muerto en combate. El respeto hacia las mujeres que fallecían en parto era tal, que eran deificadas, siendo su papel acompañar al sol desde el mediodía hasta el anochecer. Por esta razón, los cuerpos de las mujeres muertas en el parto eran codiciados por los jóvenes guerreros, que deseaban apoderarse de su dedo medio izquierdo y los cabellos, para hacerse valientes y triunfadores en la guerra. Así es que ya lo sabes, el rol de las madres en la sociedad prehispánica era de gran importancia. Muchas de las creencias y tradiciones de esa época continúan permeando nuestra sociedad.
“Lo decimos en serio e invocando repetidas experiencias, y no en nombre de teorías, de filosofías, de creencias, el trabajo del parto puede ser una sucesión de contracciones verdaderamente adecuadas, buenas, porque son generadoras de placer.” Frédérick Leboyer. “Incluso la maldición divina ‘parirás con dolor’ trae implícito que no siempre fue así.”
Los senos en la mujer
Para nuestros antepasados, los senos no tenían una connotación sensual y la forma de verlos era con un fin necesario para crecimiento del ser humano en este caso de amamantar a los bebés. Las crónicas hacen mención de que las mujeres en tierras calientes no ocupaban ropas para cubrir su torso, pero en lugares fríos sí lo hacían, no por pudor sino por cuestiones climáticas, bajo el pensamiento de los pueblos del altiplano central no tenían los prejuicios que trajeron los europeos. Por ello, el símbolo del pudor femenino entre las "indígenas" era la falda por razones obvias. Así, entre los pueblos, la falda y el "taparrabo" eran la ropa mínima necesaria.
Al momento del destete, a los niños se despegaban de la mamá para acompañar a su padre en sus actividades, así aprendían sus tareas y rol de género. La pequeña se quedaba con su mamá y comenzaba su proceso educativo, en el que se incluían todas las actividades de preparación para la maternidad y el cuidado de la casa y los niños.
Las evidencias del cuidado de los infantes podemos observarlas en los registros escultóricos a lo largo de todo Mesoamérica. Particularmente deben señalarse los cargadores de bebés o utensilios de porteo. Generalmente se utiliza una tela larga que en la actualidad es llamada "rebozo" que envuelve al bebé, y cuando éste crece, las piernas van afuera, pero él va sentado sobre la tela. Los bebés son acomodados en la espalda, en la cadera de la madre o enfrente para tener acceso directo al pecho. Estos cargadores facilitan la cercanía del bebé con la madre, lo cual es necesario para el desarrollo emocional del pequeño y le permite a la madre moverse en su entorno y continuar con sus actividades.
En náhuatl:
Seno= chichihualli,
Pezón= chichihualyocatl,
Amamantar= chichitia,
Leche= chichihualayotl.
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