Por; Jesús Hoyos Hernández//Nacional//Análisis//Leyendas//Prehispanica//Mixteca//
En
el anverso del Códice Vindobonensis, se representa el origen del mundo y de los
dioses mixtecos, incluyendo una escena poderosa donde un árbol sagrado se abre
para dar nacimiento al primer ser humano. Este árbol ha sido interpretado como
una ceiba espinosa (Ceiba speciosa), cuyas espinas evocan la piel de un caimán,
símbolo de fertilidad, tierra y origen en muchas cosmovisiones mesoamericanas. El
desgajamiento del árbol para “parir” al primer hombre es un acto cosmogónico y
uterino, donde la naturaleza misma se convierte en matriz creadora.
Codex Vindobonensis Mexicanus I.
Origen: Mixteca Alta, Oaxaca,
México.
Lengua y escritura: Mixteco
pictográfico.
Formato: Plegado en biombo, con 52
láminas pintadas por ambos lados.
Ubicación actual: Biblioteca
Nacional de Austria, Viena.
El nacimiento de los dioses y los
primeros humanos.
La
fundación de linajes reales, especialmente los de Tilantongo. La cosmogonía
mixteca, donde el cielo, la tierra y el inframundo se entrelazan. La presencia
de seres duales, gemelos astrales y serpientes divinas, como Xólotl. Reflexión
ritual para ti. Este mito del árbol que se abre para dar vida puede ser
ritualizado como: Metáfora de la ceiba como matriz cósmica, donde cada espina
es una estrella o un portal. Ceremonia de nacimiento o renacimiento, usando
corteza, espinas o flores de ceiba (si se adapta localmente con Ceiba
aesculifolia o especies afines). Guía visual: podrías representar este árbol en
tus códices contemporáneos, con espinas en forma de caimán y un ser humano
emergiendo con símbolos de maíz, jade o copal.
El origen del agua en la
cosmogonía mixteca.
En
el Códice Vindobonensis se narra cómo la gran deidad creadora 9 Viento (Tachi)
lleva sobre sus hombros las aguas primordiales que darán vida a ríos, lagunas,
manantiales y mares en la región Mixteca. Este espacio, conocido como Ñuu
Dzavui o Ñuu Savi —“el pueblo de la lluvia”— conserva hasta hoy esta herencia
ancestral. En la lámina 47, el Cerro de la Lluvia (Yucuñudahui) recibe estas aguas junto a
símbolos de la fertilidad y el ciclo del agua. Estas narrativas prehispánicas
reflejan la profunda conexión entre la naturaleza, la espiritualidad y la
identidad de los pueblos mixtecos.
Tomado de Manuel A. Hermann
Lejarazu, "Koo ucha xini. Seres de tormentas", Arqueología Mexicana,
edición especial, núm. 121, pp. 20-22.
El descenso de los mixtecos
celestiales
El
mito de los mixtecos celestiales narra el origen divino del Pueblo de la Lluvia (Ñuu Dzahui),
descendientes de seres celestiales que bajaron del cielo para fundar los
primeros linajes y civilizaciones en la Mixteca. Este relato
forma parte de la cosmogonía mixteca registrada en códices como el Códice
Vindobonensis y el Códice Bodley, donde se describe cómo los ancestros mixtecos
no nacieron de la tierra, sino que descendieron del cielo, de las estrellas y
de los lugares sagrados del firmamento. A continuación, te presento una
dramatización basada en estos mitos:
El descenso de los mixtecos celestiales. En
los tiempos antes del Sol, cuando el cielo aún no tenía rumbo y la tierra era
solo niebla y piedra, los mixtecos celestiales vivían en el firmamento, entre
constelaciones y caminos de luz. Eran seres divinos, llamados ñuhu, con cuerpos
de jade, obsidiana y plumas de quetzal. Un día, los dioses del cielo decidieron
enviar a sus hijos a poblar el mundo. Descendieron por cuerdas de nubes, por
escaleras de serpientes, por rayos de luna. Cada uno llegó a un cerro sagrado:
Yucuita, Apoala, Tilantongo, donde se convirtieron en piedra, árbol o fuente,
marcando el inicio de los linajes reales. Uno de ellos, el más sabio, descendió
con un códice en la mano, donde estaban escritas las leyes del tiempo, los
calendarios y los rituales. Otro trajo el fuego, otro la lluvia, otro la
palabra. Así nació el Pueblo de la
Lluvia , Ñuu Dzahui, con sangre celestial y destino ritual.
Elementos
clave del mito.
Los
mixtecos no emergen de la tierra, sino que descienden del cielo, lo que les
otorga legitimidad divina. Cada cerro sagrado es un punto de
contacto entre el cielo y la tierra, donde los ancestros se transforman en
elementos naturales. Los códices mixtecos registran estos mitos con imágenes de
seres descendiendo por cuerdas, escaleras o serpientes celestiales.
En
el anverso del Códice Vindobonensis, se representa el origen del mundo y de los
dioses mixtecos, incluyendo una escena poderosa donde un árbol sagrado se abre
para dar nacimiento al primer ser humano. Este árbol ha sido interpretado como
una ceiba espinosa (Ceiba speciosa), cuyas espinas evocan la piel de un caimán,
símbolo de fertilidad, tierra y origen en muchas cosmovisiones mesoamericanas. El
desgajamiento del árbol para “parir” al primer hombre es un acto cosmogónico y
uterino, donde la naturaleza misma se convierte en matriz creadora.
Codex Vindobonensis Mexicanus I.
Origen: Mixteca Alta, Oaxaca,
México.
Lengua y escritura: Mixteco
pictográfico.
Formato: Plegado en biombo, con 52
láminas pintadas por ambos lados.
Ubicación actual: Biblioteca
Nacional de Austria, Viena.
El nacimiento de los dioses y los
primeros humanos.
La
fundación de linajes reales, especialmente los de Tilantongo. La cosmogonía
mixteca, donde el cielo, la tierra y el inframundo se entrelazan. La presencia
de seres duales, gemelos astrales y serpientes divinas, como Xólotl. Reflexión
ritual para ti. Este mito del árbol que se abre para dar vida puede ser
ritualizado como: Metáfora de la ceiba como matriz cósmica, donde cada espina
es una estrella o un portal. Ceremonia de nacimiento o renacimiento, usando
corteza, espinas o flores de ceiba (si se adapta localmente con Ceiba
aesculifolia o especies afines). Guía visual: podrías representar este árbol en
tus códices contemporáneos, con espinas en forma de caimán y un ser humano
emergiendo con símbolos de maíz, jade o copal.
El origen del agua en la
cosmogonía mixteca.
En
el Códice Vindobonensis se narra cómo la gran deidad creadora 9 Viento (Tachi)
lleva sobre sus hombros las aguas primordiales que darán vida a ríos, lagunas,
manantiales y mares en la región Mixteca. Este espacio, conocido como Ñuu
Dzavui o Ñuu Savi —“el pueblo de la lluvia”— conserva hasta hoy esta herencia
ancestral. En la lámina 47, el Cerro de
Tomado de Manuel A. Hermann
Lejarazu, "Koo ucha xini. Seres de tormentas", Arqueología Mexicana,
edición especial, núm. 121, pp. 20-22.
El descenso de los mixtecos
celestiales
El
mito de los mixtecos celestiales narra el origen divino del Pueblo de
El descenso de los mixtecos celestiales. En
los tiempos antes del Sol, cuando el cielo aún no tenía rumbo y la tierra era
solo niebla y piedra, los mixtecos celestiales vivían en el firmamento, entre
constelaciones y caminos de luz. Eran seres divinos, llamados ñuhu, con cuerpos
de jade, obsidiana y plumas de quetzal. Un día, los dioses del cielo decidieron
enviar a sus hijos a poblar el mundo. Descendieron por cuerdas de nubes, por
escaleras de serpientes, por rayos de luna. Cada uno llegó a un cerro sagrado:
Yucuita, Apoala, Tilantongo, donde se convirtieron en piedra, árbol o fuente,
marcando el inicio de los linajes reales. Uno de ellos, el más sabio, descendió
con un códice en la mano, donde estaban escritas las leyes del tiempo, los
calendarios y los rituales. Otro trajo el fuego, otro la lluvia, otro la
palabra. Así nació el Pueblo de
Elementos
clave del mito.
Los
mixtecos no emergen de la tierra, sino que descienden del cielo, lo que les
otorga legitimidad divina. Cada cerro sagrado es un punto de
contacto entre el cielo y la tierra, donde los ancestros se transforman en
elementos naturales. Los códices mixtecos registran estos mitos con imágenes de
seres descendiendo por cuerdas, escaleras o serpientes celestiales.







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