martes, 28 de junio de 2016

Siglo XIX y siglo XX




MEXICO EN LOS SIGLOS XIX y XX

 1. GENERALIDADES
En el siglo XIX, México, después de haber consumado su Independencia, había dejado atrás sus fisonomías indígena y colonial. Ya no lo definían ni Tenochtitlán ni Nueva España, aunque ambos lo hubiesen forjado. Ahora surgía un nuevo México, que en el siglo XIX vivió un período de luchas intestinas, dos invasiones extranjeras (la francesa y la norteamericana) y una guerra civil que terminó con el triunfo de los liberales y el gobierno de Juárez.
Durante su régimen se implantaron Las Leyes de Reforma, las cuales planteaban un examen de las bases históricas y filosóficas de la sociedad mexicana. Negaban tanto el pasado indígena como el catolicismo colonial al promover la disolución de las asociaciones religiosas y la propiedad comunal indígena; proponían la separación de la Iglesia y el Estado; la desamortización de los bienes eclesiásticos y la libertad de enseñanza (disolviendo Las órdenes religiosas que las monopolizaban).
Juárez quería fundar una nueva sociedad sustituyendo la tradición del catolicismo por una afirmación igualmente universal: la libertad e igualdad de todos los hombres ante la ley. Pero para los indígenas, que habían sido despojados de sus tierras, de su religión y de su cultura originaria, el catolicismo había sido un refugio, un consuelo y una vía de expresión y el liberalismo, al no ser más que una ideología, no consolaba ni ofrecía un punto de salida a esa necesidad del ser humano de mitos, fiestas, comuniones, sueños y que intuía lo divino aunque fuese inexplicable y que les permitía sentirse unidos al cosmos y a lo trascendente. Con Las Leyes de Reforma ya no se concebía a todos los hombres como hijos de Dios sino iguales ante la ley. Sólo que mientras el catolicismo fue la base de la cultura colonial, la igualdad y libertad fueron para los indígenas ideas vacías de contenido y así la Reforma fundó a México sobre una idea general del hombre y no sobre su situación real, y al sacrificar la realidad a las palabras se entregó el país a la voracidad de los más fuertes. El poder sería de quien lo tomase y Porfirio Díaz, en nombre de la ideología liberal, subió al poder e implantó una dictadura que duró 30 años.
Con Porfirio Díaz se restableció la paz. pero no hubo democracia. Organizó el país, pero restauró los privilegios y permitió la prolongación del feudalismo. Estimuló el comercio, construyó ferrocarriles, saldó las deudas de la Hacienda Pública y creó las primeras industrias modernas, pero abrió sus puertas al capitalismo anglosajón. Promovió el progreso, la ciencia, la industria y el libre comercio. Sus ideales fueron los de la burguesía europea: los intelectuales asumieron la filosofía positivista europea de progreso y los poetas y los pintores imitaron a los artistas franceses y la aristocracia mexicana se convirtió en una clase urbana civilizada y culta.
La otra cara era muy diferente: esa aristocracia estaba llena de terratenientes enriquecidos por la compra de los bienes de la Iglesia o en los negocios públicos del régimen. En las haciendas, los campesinos vivían como siervos en una situación similar al período colonial. La propiedad de la tierra estaba en pocas manos que eran las fuertes y poderosas, así que el principio reformista de igualdad dejó de tener sentido y faé sustituido por el de la lucha por la vida y supervivencia del más apto. El positivismo proclamaba el desarrollo de la gran industria, la democracia y el libre ejercicio de la actividad intelectual; todo esto era muy loable, pero era tan sólo una superposición equívoca a la realidad del país, al cual se le negaba su pasado y además estaba plagado de caciquismo, terratenientes y carente de libertades democráticas. Las ideas del positivismo no podían ayudar a los pobres.
En la época colonial la religión católica 2 les había dado un sitio en el más allá y si la Conquista había destruido templos, la Colonia había construido otros; la Reforma les negó la tradición pero les reconoció su dignidad de hombres; sin embargo, la nueva filosofía no tenía nada que ofrecerles, sólo justificaba las "malas conciencias" con palabras inaplicables y el pueblo estaba más solo que nunca, empobrecida su vida religiosa y humillada su cultura popular que no tenía cabida en ese mundo "afrancesado".
La imagen de México durante el Porfiriato 2 fue la de la superposición de formas culturales europeas que por no haber surgido de México, de sus realidades y necesidades no sólo no lo expresaban, sino que lo reducían y al no haber correspondencia entre forma y realidad, se produjo una cultura falsa.
La Revolución de 1910 trató de rectificar el rumbo de la nación en todos sentidos. Se propuso liquidar el régimen feudal (revestido a la europea de positivismo); transformar al país mediante la industria y la técnica; acabar con su dependencia cultural, económica y política; reinstaurar una verdadera democracia social; hacer de México una nación moderna pero sin traicionar sus orígenes. La Revolución quería recuperar un México fiel a sí mismo que se quitara de encima un orden social, político y cultural falso que impedían ver al verdadero México.
A diferencia de la Independencia y de la Reforma, la Revolución mexicana carecía de un sistema ideológico previo inspirado en otros de carácter universal, pero sabía que luchaba por obtener mejores condiciones de vida y que debía recuperar las tierras que durante siglos les habían sido arrebatadas. Este movimiento fue encabezado por el legendario héroe Emiliano Zapata, quien exigía la restitución de tierras a través de los títulos correspondientes y proponía un regreso a los orígenes: hacer del calpulli el elemento básico de la organización económica y social y en política inspirarse y reintegrar lo indígena, puesto que era lo más auténtico y duradero que había tenido México. En este sentido la Revolución fue un redescubrimiento de México que, en posesión de su pasado, se enfrentaba a la Historia buscando forjarse un futuro.
La Revolución permanece viva en las palabras del gran poeta contemporáneo Octavio Paz cuando dice que "Villa cabalga todavía en el Norte en canciones y corridos; Zapata muere en cada feria popular; Madero se asoma a los balcones agitando la bandera nacional; Carranza y Obregón viajan aún en aquellos trenes revolucionarios en un ir y venir por todo el país alborotando los gallineros femeninos y arrancando a los jóvenes de la casa paterna. Todos los siguen, ¿a dónde? Nadie lo sabe. Es la Revolución la palabra mágica, la palabra que va a cambiarlo todo y que nos va a dar una alegría inmensa y una muerte rápida... Sus héroes, sus mitos y sus bandidos marcaron para siempre la imaginación de todos los mexicanos. (Luis Mario Schneider. México en la obra de Octavio Paz. págs. 80-81.)
Los intelectuales también hacen una revolución cultural. Justo Sierra había fundado la Universidad, pues pensaba que la ciencia y la razón eran los únicos asideros confiables para el hombre, pero los concebía sólo como instrumentos para servirle al hombre y a la nación. Decía que la verdad no estaba hecha ni era absoluta, sino que estaba repartida en las verdades particulares de cada ciencia. Reconstruir esa verdad era una de las tareas de la época. Muchos intelectuales se unieron a su lucha, emprendiendo una critica de descrédito sobre la filosofía positivista del Porfiriato. Su inquietud y descontento coincidieron con los del país en su búsqueda de sí mismo. Su influencia en la renovación cultural del país fue decisiva.
Una vez terminado el periodo militar revolucionario, muchos de estos jóvenes intelectuales colaboraron con los gobiernos revolucionarios como consejeros y estudiaron economía, sociología, desarrollo internacional, pedagogía o agronomía. Con excepción de los pintores (a los que se les encargó los muros públicos), el resto de los intelectuales intervinieron en proyectos de leyes, planes de gobierno, misiones confidenciales, tareas educativas, fundación de escuelas y bancos de refacciones agrarias; influyeron en asuntos diplomáticos, 2 comerciales y administrativos.
Un claro ejemplo fue José Violoncelos (que fue Secretario de Educación Pública) y podemos decir que el fundador de la educación moderna de México. Su empresa prolongó la iniciada por Justo Sierra (extender la educación elemental y perfeccionar la enseñanza superior y universitaria). En su tarea educativa colaboraron poetas, pintores, escritores, maestros, arquitectos, músicos. Fue una obra social que exigía la presencia de gente de espíritu capaz de motivarse y motivar, pues concebía la enseñanza como viva participación. Se erigieron institutos, se enviaron misiones educativas a los rincones más apartados, se editaron muchos libros, emergieron las artes populares, olvidadas por siglos y en las escuelas se cantaron viejas canciones y se bailaron danzas regionales. Nació la pintura contemporánea Una parte de la literatura volvió sus ojos al pasado indígena, otra al colonial y otra se encaró con su presente creando la novela de la Revolución.
Como se ve, Vasconcelos quiso fundamentar la enseñanza sobre la tradición (que el positivismo había ignorado), tal como la Revolución quería crear una nueva economía en torno al ejido. Según él, la tradición los llevaría a descubrir una tradición universal en la cual la mexicana se insertaba y prolongaba. Para esto había que volver también a la unidad hispanoamericana y disolver las oposiciones raciales.
Otro de los brillantes colaboradores fue Daniel Cosío Villegas (autor, crítico, historiador y economista). quien fundó El Colegio de México y el Fondo de Cultura Económica, editorial cuyos textos de economía, sociología, filosofía, arte e historia, han renovado la vida intelectual de habla hispana.
Durante el régimen del Presidente Lázaro Cárdenas (1934-1940), se consumó la obra de Zapata y de Carranza, y la Revolución se realizó más plenamente llevando a cabo las reformas planeadas en regímenes anteriores. Se propuso recuperar las riquezas nacionales nacionalizando el petróleo, ferrocarriles y otras industrias, pero ante la presión imperialista tuvo que suspender las expropiaciones. Creó industrias y mejoró la economía. Poco a poco surgió una clase obrera y una burguesía. En cultura, al abrir las puertas de México a los vencidos de la guerra civil española, les abrió a muchos profesores, artistas, filósofos, escritores y científicos que venían entre ellos y a los cuales se debe, en parte, el renacimiento de la cultura mexicana, sobre todo en filosofía, pues los nuevos maestros, con gran sabiduría y entendimiento del sentido de su misión educativa, más que ofrecer a los jóvenes una filosofía, les enseñaron los medios para crearla. De gran estímulo fueron, entre muchos otros, el maestro José Gaos y el crítico, ensayista y literato mexicano Alfonso Reyes cuya obra es a la vez historia, poesía y reflexión.
Hacia 195() se vieron muchos progresos desde la consolidación del régimen post revolucionario: estabilidad política, desarrollo económico a pesar de la alta tasa de crecimiento demográfico, obras públicas impresionantes, el nacimiento de una clase media, extensión de la clase obrera y elevación de su nivel de vida. Era un clima de paz, como si todos estuvieran de acuerdo.
Pero Los tumultos de 1968 2 revelaron otro México en andrajos, los millones de campesinos pobres y las mesas de semi o desempleados que emigran cada año a los Estados Unidos como "braceros", en desesperada búsqueda de mejores condiciones de vida, exponiendo su seguridad y hasta sus vidas; o se amontonan en las grandes ciudades creando cinturones de miseria y agravando el desmedido crecimiento demográfico que acentúa el desequilibrio actual. Ni las tierras de cultivo, ni las nuevas industrias y centros de producción han crecido con la rapidez suficiente para absorber a toda esa masa de población condenada a la marginación por falta de fuentes de trabajo y recursos naturales.
Como se ve, México tiene todavía mucho que resolver: faltan caminos, transportación, obras de infraestructura, crear nuevas industrias, mejorar el nivel de educación, combatir la alarmante contaminación ambiental y la injusticia social. Además el capital extranjero sigue siendo determinante. Y aunque se ha desarrollado sorprendentemente la industria, México sigue siendo hasta cierto punto un productor de materias primas que lo hace dependiente de las oscilaciones del mercado mundial que presenta un desequilibrio entre los bajos precios de las materias primas y los altos precios de los productos manufacturados. El comercio exterior había empezado a equilibrarse gracias al turismo y a la venta del petróleo, 2 pero ya tampoco es suficiente. Hay que seguir luchando.
El desarrollo de México, como el de casi todos los países del siglo XX, ha sido apabullante, México ha importado avances científicos y tecnológicos y con ellos todo lo bueno y lo malo de la civilización contemporánea, pero aún así la modernización de México todavía esta en proceso. La mayoría de sus actitudes ante el amor, la vida, la muerte, el poder, la autoridad, la religión, la fiesta, la moralidad pública, la vida familiar, el trabajo, no son totalmente modernos.
México debe encontrar su propio camino a la modernización tomando en cuenta lo que es y lo que ha sido, puesto que las naciones que en otros tiempos lo inspiraron tampoco tienen ya la respuesta. En el siglo XIX México acudía a las grandes democracias de Occidente, hoy, ya no tenemos a quién acudir. Gran parte de América Latina 2 ha sido víctima de dictaduras militares. Gran parte de las naciones de África y Asia que alcanzaron su independencia después de la Segunda Guerra Mundial, sufren crueles y despóticas tiranías. Estados Unidos está en plena decadencia y Europa dejó hace mucho de ser ejemplo universal. Las guerras ideológicas del siglo XX no han sido menos feroces que las guerras religiosas de otros siglos. La crisis contemporánea es general y la enfermedad mundial es ante todo moral. Grandes grupos de mujeres, minorías raciales, religiosas o lingüísticas siguen siendo menospreciados, hay injusticias, abusos y horrores por doquier y hay que encontrar un camino de salida.
México sigue buscando una forma cultural que lo exprese totalmente. Con frecuencia ha vivido su historia como un episodio de la de todo el mundo y ha tenido una particular manera de asumir Las formas que la Historia universal le ha propuesto: Contra reforma, racionalismo, positivismo, socialismo, pero no puede identificarse del todo con ninguna, pues todas son añadiduras e inoperantes para la realidad actual de México. En este sentido, según Octavio Paz, México ha vivido "en la periferia de la Historia". aunque en nuestros tiempos los países que eran el centro de la sociedad mundial también están al margen, ya no hay centro ni modelos, ideas o ejemplos universales y unidos a seguir, cada uno se sitúa ante su realidad a solas.
La Revolución mostró que las ideas que habían servido a México en el pasado estaban muertas, pero la Historia no espera y se le ha echado encima, planteándole directamente diversos problemas, pero su situación es similar a la de muchos países. Antes se podía reflexionar sobre las diferentes verdades que cada cultura proponía, pero ahora sólo queda la meditación sobre el hombre. La Revolución no ha resuelto todavía las contradicciones de México, que viva, como el resto del planeta, una crisis y a la vez un futuro por inventar, ya no a la sombra sino en conjunto con el resto de las naciones. Y quizás, igual que en otros momentos de la Historia, la salvación y la salida podría configurarse en parte a través de los artistas.
Toda tentativa artística pretende reconciliar al mundo y al hombre, el hecho y el mito, la realidad y lo inexplicable, la fecha irreductible, el instante vivo que inaugura un tiempo nuevo. "El héroe, el asesino, el amante, el mito, la leyenda de andrajos, el refrán, la palabrota, la exclamación, que pronuncian casi a pesar suyo el hombre que juega, el condenado a subir al patíbulo, la muchacha que se enamora y la frase que se lleva el viento, el jirón del grito, de pronto no se resignan a morir o a estrellarse contra el muro. Quieren llegar al fin, quieren ser plenamente. Se desprenden de las causes y de los efectos y aspiran a encarnar en el poema (o en la obra de arte) que Los rediman. No hay poesía sin historia, pero la poesía no tiene otra misión. que transmutar la historia." (Ibid., pág. 165) Gracias al lenguaje del arte moderno, el hombre participa y con él participamos todos, en la vida y en el ser del complejo México actual.

2. ARTE DEL SIGLO XIX EN MEXICO

En 1785 se fundó en México la Academia de Arte de San Carlos, cuyo personal docente se importó, en un principio y en su totalidad de Europa, y sobre todo de España, trabajando conjuntamente y muy ligados entre sí.
En esta Academia se impartió un arte que intentó recuperar las formas antiguas del grecorromano, resurgidas en el arte Neoclásico, que se popularizó enormemente y prevaleció en México hasta la Independencia de 1810, periodo que marcó su culminación.
Este arte recalcaba la reacción contra el estilo ultrabarroco de los últimos años de la colonia y significó para México su advenimiento al modernismo. Así, contra la complicación barroca, su linea curva, fantasía exaltada, pasión y movimiento, el Neoclásico mostró la calma, el equilibrio, la serenidad de la razón y la sencillez de las líneas rectas.
El Neoclásico fue en México expresión de las clases sociales altas y cultas, siendo la afirmación última de las fuerzas dominantes, del fin del colonialismo; aceptar el arte Neoclásico era aceptar lo moderno, incluirse en un presente en el que aún se anhelaba ligarse al Viejo Continente.
Dentro de las artes, la pintura, escultura y grabado se buscó la forma de cambiar el perfil de la sociedad a la que se dirigían, mientras que la arquitectura fue el verdadero reflejo de la situación concreta de la sociedad de la que surgía.
Arquitectura
La arquitectura neoclásica mostró de forma evidente y veraz la conciencia del momento histórico-cultural en la construcción de iglesias, palacios y edificios de arquitectos tanto españoles como criollos.
El más notable arquitecto fue el español Manuel Tolsá, maestro de la Academia entre cuyas obras se encuentra el Palacio o Colegio de Minería, edificio de tres pisos en cuya fachada alternan los órdenes dórico y corintio y cuyo cuerpo que contiene el patio, escalera, capilla y salón de actos es de una imponente monumentalidad. Tolsá fue además pintor y escultor y legó en escultura la estatua ecuestre de Carlos IV, verdadero tesoro neoclásico.
Entre los arquitectos criollos se pueden citar a Damián Ortiz y a Francisco Eduardo Tres guerras, quien no solamente fue arquitecto sino además pintor, grabador escultor y músico, este último atacó vehementemente al tradicionalismo y sus manifestaciones ultrabarrocas, criticando además cáusticamente a los gobernantes del México independiente que no cumplían con el compromiso de liberación y progreso nacional. Gracias a su prolífica obra, el Neoclásico se extendió por toda la región del Bajio.
Fundamentada en el Romanticismo, la arquitectura tuvo un gran florecimiento a fines del siglo XIX: ruptura y critica del arte que le precedía y se abocó a la búsqueda de una nueva identidad. Este nuevo estilo incorporó y adaptó en sus formas todos los estilos arquitectónicos, desde el neo gótico hasta el Art Nouveau; eclecticismo que fue el fundamento y el sentido verdadero de esta época que culminó con la Revolución Mexicana de 1910.
Pintura
Después de la Guerra de Independencia, 2 la Academia sufrió graves problemas tanto administrativos como en su cuerpo docente, que no serían solventados sino hasta mediados de siglo. Es por esto que la primera parte del siglo XIX la constituyen obras de artista extranjeros que llegaron a México atraídos por su historia, naturaleza, arqueología, vida y costumbres y realizaron obras entre las que se encuentran pinturas, dibujos y publicaciones. Entre los pintores más importantes de esta época están los extranjeros Claudio Linati, Federico Waldeck, Daniel Thomas Egerton y Juan Mauricio Rugendas.
No fue sino hasta mediados del siglo XIX que se inició el arte propiamente mexicano de tendencia académica y romántica que prevalecería hasta el siglo XX. Los maestros europeos fundaron una escuela académica basada en el Clasicismo, estilo que gustaba mucho a la nación que empezaba su desarrollo. El maestro en pintura Pelegrín Clavé, tuvo como alumnos de esta escuela a Santiago Rebull y a Felipe Gutiérrez, entre otros.
Una de las formas de expresión pictórica más representativa e importante de este momento fue el paisaje, que encontró a su mejor intérprete en José Maria Velasco, quien le imprimió una esencia netamente mexicana.
En su obra, descubrió la vasta belleza del Valle de México que fue desarrollando cada vez más con mayor perfección. Sus paisajes son una verdadera meditación y se presentan como una visión poética en la que la profundidad y lontananza son casi inalcanzables, inabarcables. A qui introduce con sutileza temas históricos que abarcan el pasado indígena, la historia colonial y el progreso moderno; síntesis con la que llega a convertirse en el artista representativo de la modernización mexicana, tomando como punto de referencia para su obra la confluencia de todos los factores que en ese momento constituían la cultura nacional.
Fuera de la Academia se dio la llamada pintura independiente o popular, surgiendo aquí el artista más ligado a representar la necesidad inmediata popular que a practicar doctrinas estéticas. Al ser obras del gusto popular, los temas fueron el retrato y el bodegón, principalmente, que adornaron los hogares de la clase adinerada.
A fines del siglo XIX apareció el interés por lo propio y auténtico de la vida mexicana, sin hacer uso de temas derivados del extranjero, este cambio respondió principalmente a la nueva conciencia que se empezaba a crear sobre el concepto de un arte diferente al tradicional y pasando así en este momento del ideal clásico de belleza, a representar formas que antes se habían considerado exóticas y que eran las formas realmente mexicanas.
El nuevo arte pictórico, de esencia romántica, lo representan artistas como Julio Ruelas, Saturnino Herrán, Joaquín Clausell y el Dr. Atl Gerardo Murillo), quien innovó la pintura mexicana no sólo en cuanto a la técnica sino también en su expresion.
Escultura
En el siglo XIX no se presentaron importantes logros en la escultura, aun con los esfuerzos de la Academia. El Neoclásico aportó solamente esculturas de Apolos, Venus y gladiadores, copiando el arte grecorromano.
Manuel Vilar, escultor español, fundó la Escuela Clásica en la que empezó a mostrar, a través de sus esculturas, un marcado interés por los retratos de héroes indígenas. Uno de sus discípulos, Miguel Noreña, fue el creador de la conocida estatua de Cuauhtémoc. 2
A fines de siglo, empezaron a encargarse obras a talleres europeos, debido a esto México se vio invadido por una corriente de afrancesamiento a la que se sumaron gran número de escultores, entre ellos Jesús F. Contreras.
Grabado
Fue José Guadalupe Posada la figura que abre definitivamente una nueva etapa en el grabado mexicano. Lejos de todo academicismo natural, retrató la realidad de la vida mexicana con un arte expresivo, original y moderno impregnado de gran sentido del humor y capacidad crítica.
Su obra agradó y atrajo inmensamente a las mesas populares. Representó escenas de la vida cotidiana, registró hechos históricos, imágenes religiosas, acontecimientos extraños, temas de crítica social en los que aparecen las diferencias entre la alta sociedad y el pueblo; la muerte, su tema característico por medio de las calaveras: imágenes ultraterrenas con las que creó un mundo fantástico, y que le sirvieron de pretexto para su iniciativa crítica social y política 2



Jesús Hoyos Hernández

Publicaciones relacionadas.

EFEMERIDES SIGLO XX Siglo XIX-XX
Compartir en Telegram Comment on gist

También puedes leer:

Artículos de tu interés

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Gracias por sus comentarios