El reino de terror de los conquistadores.
15 de octubre de 1521. La tortura de Cuauhtémoc.
En una casona de Coyoacán se encuentra detenido el último Tlatoani de la gran Tenochtitlán. Sentado en una habitación obscura e insalubre piensa en lo incierto de su futuro, piensa en su pobre pueblo diezmado por el hambre y el cocoliztli, le duele haberles fallado, recuerda el rostro de su esposa Tecuichpo y su corazón se entristece, presiente que la hija de Moctezuma será una mujer más en el harem del conquistador.
Sus pensamientos son interrumpidos por los pasos de dos soldados que se escuchan afuera. Cuauhtémoc se pone inmediatamente de pie, los soldados entran a la habitación, le informan que va a ser interrogado, lo encadenan y lo conducen por un pasillo a otra habitación grande, su instinto le dice que algo no está bien, que algo grave va a suceder pero como digno guerrero que es, no demuestra su miedo.
Una vez adentro de la habitación, Cuauhtémoc observa como animal acorralado todo lo que hay a su alrededor. Lo primero que ve es a Tetlepanquétzal el señor de Tlacopan, algunos soldados españoles con sus espadas brillantes y Julián de Alderete el tesorero real de la corona, ¡ahora lo entiende todo!, se trata seguramente de oro,de otra forma no tendría porqué estar ahí el tesorero. En la habitación hay una fogata ardiendo.
Julián empieza el interrogatorio.
- ¿Decid donde habéis escondido el oro de Moctezuma?
Una lengua les traduce en náhuatl a los prisioneros quienes responden que el tesoro se perdió en el agua cuando salieron huyendo en la noche triste.
A Julián no le satisface la explicación y ordena que los amarren y les quiten los huaraches. ¡Los va a torturar!
¡Les arrojan aceite hirviendo en los pies! El dolor que sufre el joven Tlatoani y el señor de Tlacopan es indescriptible, ahogan en la garganta un grito de dolor, ¡los guerreros no demuestran dolor ni temor! ¡Están preparados para la tortura y para la muerte!
Julián molesto les grita de nuevo:
- ¡decidme perros insensatos dónde habéis escondido el tesoro de Moctezuma o vive Dios que os mataré!
Cuauhtémoc sudoroso, con los músculos completamente tensos y los ojos llenos de rabia contesta lo mismo:
- El tesoro cayó al agua cuando huían como mujercitas.
Los soldados españoles vieron la señal que les hizo el tesorero y arrojan más aceite hirviendo en los pies.
Tetlepanquétzal no puede más, ¡el dolor es terrible! trata de encojer los pies, ¡un alarido de dolor sale de su garganta!... le pide, le súplica a su señor Cuauhtémoc que hable, ¡que les quite del tormento!.
Cuauhtémoc le mira con los ojos inyectados de sangre, le pide que demuestre su valor. Que sea fuerte ....¿fuerte? ¡Cómo ser fuerte ante una tortura así!?
Pasan los minutos, las horas, el aire huele a sudor, a sangre fresca...a carne quemada. ¡Les han quemado también las manos!
Los señores ya no pueden más y ¡confiesan!
Tetlepanquétzal completamente destrozado por el dolor, les asegura que el oro está escondido en su casa, les suplica que lo lleven allá, para que sea el mismo quien se los entregue.
Cuauhtémoc, jadeante, confiesa. Apenas se escucha su voz cuando dice que lo tiene escondido en una fosa de agua en su casa.
¡Por fin las horas de dolor terminan!
Al señor de Tlacopan lo matarían en su casa al darse cuenta que les había mentido, ¡no había ningún tesoro escondido!
En el palacio de Cuauhtémoc si encontraron un pequeño tesoro, pero era el tesoro personal de el último Tlatoani, con eso se conformo el avaro de tesorero del rey.
Cuauhtémoc, viviría algunos años más aunque quedaría tullido para el resto de sus días.
¿Por qué permitiste la tortura Hernán Cortés? Sabías perfectamente que el tesoro se había hundido en las aguas del lago de Texcoco aquella noche cuando lloraste..
Texto. Historias de tierra sagrada, mi México
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