Por; Jesús Hoyos Hernández//Prehispánica//Proyectando a México//Herencia Cultural//Cocina mexicana//
Metlapil
El
metlapil es una piedra alargada compañero del metate, proviene del náhuatl
metatl que significa muela. Piedra rectangular tallada en roca volcánica, puede
ser ápodo, sin patas o tener tres. Aunque este ultimó le corresponde al metate,
siendo los dos del mismo material. Es muy común que el metlapil y el metate se
confundan, pero son dos piezas en uno, uno es parte del otro. El metlati es una
piedra de moler, generalmente de origen volcánico, de forma cuadrangular y con
una superficie plana o ligeramente cóncava, que mide aproximadamente 50 cm por 30 cm. Se caracteriza por una
inclinación hacia adelante y se sostiene sobre tres pies tallados en el mismo
bloque de piedra.
Su
función principal es la molienda de granos como el maíznixtamalizado, el cacao
y otras semillas, un proceso que realiza con la ayuda de un rodillo cilíndrico
del mismo material, conocido como metlapil.
Este
utensilio transforma los granos en masa o polvo, esenciales para preparar
alimentos y bebidas, como tortillas o chocolate. Más allá de su utilidad
práctica, el metlatl ocupa un lugar central en la vida doméstica y ritual de
las culturas mesoamericanas.
Históricamente,
su uso se asocia al trabajo femenino, denominado mocihuatequiuh, y se menciona
en textos antiguos junto a otras herramientas como el huso (malacatl) y la
barra de tejer (tzotzopaztli), simbolizando las responsabilidades de la mujer
en el hogar.
Estar
activa con el metlatl (itlan xaqui in metlatl) refleja diligencia y es clave en
la elaboración de alimentos diarios, bebidas como el chocolate y ofrendas
ceremoniales (huenchihualiztli).
El
metlapil es el rodillo que se usa para moler, se
llama metlapil; su nombre proviene de las palabras náhuatl “métatl y
“pilli”, que juntas significan “hijo
del metate”. Del náhuatl metlapilli, de metlatl, metate o
piedra de moler + pilli, hijo, ayuda: Hijo del metate.
Rodillo de piedra con el que se muele (maíz, cacao) en el metate. Metlapilli, del náhuatl mano
de metate o hijo del metate. Metlapitl. Palabra náhuatl que se
traduce; Metlapilli de Metlatl "metate"
y Pilli de "hijo". Esta
pieza con el paso del tiempo en muchas regiones de nuestro país, se le ha
llamado "mano para moler". Pero
su nombre original es Metlapitl; "Hijo del Metate".
En el albor del siglo XX,
una mujer —centinela de una herencia milenaria— se inclina sobre el metate, no
solo para moler maíz, sino para cincelar con sus manos el alma de un pueblo.
Su figura, envuelta en
quietud solemne, desafía el paso del tiempo. Cada tortilla que nace entre sus
palmas es un acto sagrado, una ofrenda a la continuidad de la vida. El comal
humea, y en ese vapor se elevan las memorias de generaciones que aprendieron a
resistir y a renacer desde el grano.
No es solo una mujer
haciendo tortillas. Es la historia entera de México latiendo en un rincón de
adobe y ceniza. Y así, en la danza silente entre piedra, fuego y maíz, ella no
cocina: invoca.
Invoca a los antiguos, a
los ausentes, a los que vendrán.
Es un cinturón faja ó ciñedor prehispánico tejido de palma, chumpis, liwas, chumbes, fajas. Tani= Soyate. Usado en las comunidades originarias por las mujeres mixtecas como refajos ó fajas. Tani. Soyate.
Por; Jesús Hoyos Hernández//Herencia cultural//Prehispánica//Proyectando a México//
Mixteca//Estados//Oaxaca//
El Soyate
Taanii
El termino Suyate, Soyate Zoyate. [Zúllate] es un termino nahuatl
y se refiere a la palma o productos derivados de la palma, también le dan el
nombre a la fibra que se sustrae de la misma, [2], 3Es una planta. Con mismo nombre existe un municipio en México y una comunidad en Guatemala. No, no es el rancho de los Aguilar [4] Nos vamos a referir a una indumentaria que es parte de los atuendos de diferentes culturas principalmente mazatecas y Mixtecas. El
Soyate ó Zoyate, Taanii, tani; es un utensilio tejido de palma, dando la forma
de un cinturón, ó ciñedor las mujeres se lo ajustaban en la cintura, se lo
enredaban por encima de la cadera como refajo. Se utilizaba como faja para poder cargar
objetos y cosas pesadas, para proteger la columna y la cadera al realizar
esfuerzo físico, tenia un sin fin de utilidades como por ejemplo guardar el
pañuelo como monedero etc.Fue y es
parte de la cultura e identidad Mixteca, principal mente del Estado de Oaxaca.
Este utensilio o artefacto solo esta en la memoria de
algunos de nuestros abuelos y abuelas de los tiempos ya idos ya casi nadie lo
utiliza pero fueron parte de la indumentaria y de la vestimenta de los mixtecos
principalmente de las mujeres mixtecas.
Tani= Soyate. Usado en las comunidades originarias por las mujeres amas de casa (Tani), hoy en día las mujeres jóvenes ya
no lo usan. TANI. SOYATE.Mi abuela y mi madre lo ocupaban
para que les diera fuerzaal cargar
ciertas cosas pesadas, ¡ah, pero para lo más importante, para guardar el shu’un (dinero)! El tema de hoy: frío en
el útero.
El
cinturón, chumpis, liwas, chumbes, fajas que además que se ven bonitas tejidos con
hermosos colores y formas. La razón es para tapar el “frío en el útero”.
Otra
gran utilidad que tenia para las mujeres, recién aliviadas o parturientas muchas
curanderas, parteras y sobadoras recomendaban usarlo ya que al ser madres la
cadera se habré mas de lo normal y esta
faja ayudaba para que pudieran realizar
sus labores de forma normal, también existía la creencia era para ayudar a mujeres
que no podían concebir el no usarla era una de las principales causas de
infertilidad femenina dentro de las medicinas ancestrales. Andar descalzas o
sentarnos en un piso frío: los nervios de los pies y glúteos suben hacia la
médula espinal y se unen a ella a la altura de la espalda baja y sacro, cuando
se enfrían esa temperatura viaja también por los nervios y músculos, incluso en
los huesos, y tiende a alojarse en el útero. Quedarnos mucho tiempo con el
traje de baño húmedo: El contacto directo del frío húmedo por espacios de
tiempo prolongados también enfría el útero. Nuestras abuelas y mujeres antiguas
sabían esto muy bien y cuidaban mucho su fertilidad por eso es que usaban las
fajas, para proteger el útero y riñones (vientre y espalda baja) del frío
evitando así los cólicos menstruales y algunos casos de infertilidad.
Inclusive
el traje típico de algunas comunidades de Oxaca en su indumentaria es el soyate.
Oaxaca siempre es motivo de orgullo, respeto y alegría en esta ocasión de San
Melchor Betaza, huipil y falda unidos por un soyate en color rojo, posee
figuras en rombos que reflejan mariposas y líneas que simbolizan el entrecruzar
continuo de los caminos de las personas
El traje tradicional de los pueblos de Oaxaca, mixtecos y la mayoría de pueblos originarios, utilizan el zoyate y el rebozo, como complemento en su indumentaria.
Dulces típicos de feria, como por ejemplo; Jamoncillos, palanquetas, Cocadas, macarrones, Alegrías, garapiñados, mueganos, dulces típicos cristalizados, algunos tienen diferentes nombres dependiendo la región.
Por; Jesús Hoyos Hernández//Herencia Cultural//Conociendo a México//Proyectando a México//
Dulces típicos de feria en peligro
de la total extinción
Seguramente la mayoría
de nosotros algunas vez hemos probado, los dulces típicos de feria, como por
ejemplo; Jamoncillos, palanquetas, Cocadas, macarrones, Alegrías, Garapiñados, Mueganos, Dulces típicos cristalizados. Algunos tienen diferentes nombres dependiendo la
región, pero existían una infinidad y
una gran variedad, de dulces que antes se vendían en cualquier lugar, pero se podían conseguir en las ferias
patronales de cada pueblo. Pero todo el recetario, proviene de nuestros
ancestros. Por ejemplo las palanquetas, éstas sus orígenes estaban hechas de
maízy miel de abeja,y el significado su nombre en
náhuatl viene de “papaquili” que
significa “feliz” o “alegre”.
La base para toda la variedad de dulces, era lo que se producía
en el campo de cada región, utilizaban el chilacayote, para dulces
cristalizados, también utilizaban la miel y el piloncillo, con el amaranto se hacían,
alegrías con el maízgalletas, con las pepita de calabaza el jamoncillo, dulces
de calabaza,las palanquetas eran a base
de cacahuate, al igual que los mazapanes, con el cacao se revestían algunos
dulces de calabaza donde no se daba el cacao o cocos utilizaban otros
ingredientes, las harina de trigo etc.
Pero falta muy poco para que todo esto desaparezca
total mente, sucede como el pan, las nuevas generaciones ya no lo saben hacer,
y es que anteriormente los que se dedicaban a esta gran labor, poco a poco nos
han dejado o ya son de avanzada edad, y las nuevas generaciones ya no les
interesa seguir con la tradición familiar de aprender el oficio de elaborar
estos dulces y venderlos y la gente de ahora también ya muy poco los consume. Anteriormente
existían personas dedicadas a esta gran labor, e iban de feria en feria de
pueblo en pueblo, llevando sus productos, hoy toda esta riqueza cultural poco a
poco se ha ido perdiendo, hoy algunos dulces se elaboran en grandes talleres
como panaderías, dulcerías pero ya han perdido esa magia ese sabor y esa alegría
de ser total mente artesanales elaborados de forma individual para el disfrute
de una generación que también ya partieron de este mundo.
Chilpayate, termino utilizado en México, refiriendose a los niños. Chilpayate, es un termino náhuatl que quiere decir; niño llorón de corta edad que es cargado con reboso.
Las palabras de nantzin
(mamá). Mi Chilpayate ¿Por qué estás muy Chipil? Ven te voy a Apapachar.
Es que tú eres el mas Xocoyote (Pequeño) ¡Ah! Pero cuando crezcas y no
te portes bien, te daré con el Chichicastle(hierba
que causa ardor, comezón e inflamación) Aunque te escondas entre mi
Chincuete. (Falda).
Las palabras chilpayate,
chipil, apapachar, xocoyote, chichicastle y chincuete provienen del idioma
náhuatl y en la actualidad, son pocas las veces que las escuchamos o escribimos.
“Chilpayate" palabras náhuatl “txipil” que significa “niño
llorón” y “ayatl”que quiere decir "reboso", refiriéndose
al niño pequeño que es cargado en un rebozo.
Surge la palabra compuesta
“txipilyatl” que hace referencia
a un bebe. Según la RAE
es una palabra utilizada solo en México y su significado es “niño de corta edad”. La palabra completa Es así que Chilpayate, es un término utilizado en México para
referirse a un niño llorón de corta edad, que es cargado con rebozo.
En
la cultura mexicana, es común ver a madres cargando a sus hijos pequeños en un rebozo, lo que refleja la
conexión entre el término "chilpayate" y esta
práctica tradicional. En resumen, "chilpayate" es una
palabra de origen náhuatl lengua indígena que, en el contexto mexicano, se
utiliza para referirse a un niño pequeño, y su etimología está ligada a la
práctica tradicional de cargar a los bebés en un rebozo.
Apapachar:
Algo sucede cuando queremos dar amor que el primer impulso es una búsqueda por
asir al otro. Apapachar viene del náhuatl patzoa que significa apretar.
Estar
“chipil” es encontrarse en estado melancólico y necesitar tanto
comprensión como cariño, esto de acuerdo con el diccionario del español de
México (DEM). El mismo libro expone que se trata de una palabra de origen náhuatl que
describe un malestar, sobre todo en infantes
cuyas madres se encuentran embarazadas. Mientras
que la Real Academia de la Lengua Española dice que “chipil” se aplica en niños que
recientemente fueron destetados, y que en consecuencia enferman. No obstante lo
que digan ambas fuentes, en lo general los mexicanos aplicamos el término a
alguien que está triste, para nosotros es algo así como la tristeza mexicana.
¿Alguien
puede morir por chipil, es decir, tristeza? Y todo parece indicar que sí.
Existe algo que se llama “síndrome del corazón roto”, una cardiopatía que se da
cuando existe una depresión prolongada.
Nuestras
abuelas siguiendo la tradición oral y la medicina tradicional saben de varios
remedios caseros a basé de plantas, como infusiones, baños con hierbas, frotar
el cuerpo etc. Para curar lo chipil, el empacho, de la mollera, la torcedura etc. Las parteras en México, tenían conocimientos de medicina tradicional y cuidaban de la salud de los niños antes y después del parto.
Muchos de nosotros nuestras madres nos abrazaron y nos arrullaron con rebozo de pequeños. La universalidad del rebozo en la cultura mexicana, servia. Pa' cargar a los chilpayates.
Pa' cubrirlos al amamantar.
Pa' darles amor, protección y calidez a los recién nacidos.
Pa' que sientan el palpitar del corazón de la mamá.
Finalmente, aunque menos
común, se utiliza Chilpayate, del náhuatl "chilpayatl" niño de corta
edad. Nexcoyotl
Los niños en la
cultura Mexica
El
amor al niño desde el período prenatal hasta su transformación en un joven y
adulto era manifiesto aún cuando fuera objeto de algunos castigos rara vez
excesivos. Son múltiples las expresiones y manifestaciones de amor, al
considerarlos piedras finas y preciosas, y plumas finas y joyeles, el empeño y
el cuidado en su educación hasta hacer de los hijos personas honestas,
trabajadoras, respetuosas, decentes, sin vicios, responsables y buenos
guerreros que hicieran cada vez más grande y poderosa a su patria, son prueba
de amor inextinguible de parte de sus padres. De cariño, llamamos chamacos a
los niños. Esta palabra tiene su origen en la lengua náhuatl (nahua)
"chamahuac" significa grueso, ya que los niños suelen ser gorditos.
También se le adjudica el adjetivo «que crece». Por su parte escuincle, viene
de "itzcuintli" perro sin pelo, y niño, probablemente porque carece
de pelo.
Escuincle: Del náhuatl
itzcuintli (perro sin pelo). Aunque es usada para nombrar despectivamente a un
niño, generalmente en tono de regaño, en realidad esta palabra viene del perro
xoloescuintle.
Este
último es muchas veces, usado en tono despectivo.
Las parteras en México, reciben varios nombres, partera, comadrona, madrina, guardiana, curandera, madrona, matrona, yerbera, abuela, en algunos casos hasta bruja. Las parteras en México tienen un lugar en la historia en la medicina tradicional.
Por; Jesús Hoyos Hernández// Herencia cultural//Prehispánica//Proyectando a México//
Las parteras en México, una labor
de sabiduría y asistencia en la medicina tradicional.
Hasta
apenas algunos años posteriores era común escuchar, partera, comadrona,
madrina, guardiana, curandera, madrona, matrona, yerbera, abuela, en algunos
casos hasta bruja. Las parteras en México tienen un lugar en la historia en la medicina
tradicional. Hasta mediados de 1970 finales de los 80´s delsiglo pasado, el 90% de los mexicanos
nacidos, eran asistidos, por una partera, más en las comunidades, de todo
México, la mayoría carente de servicios básicos, carentes hasta de electricidad
mucho menos de hospitales, acondicionados
donde existieran alumbramientos. En esas condiciones las mujeres daban a luz,
en su casa siempre asistidas por una comadrona, quienes con recetas a base de
hierbas ungüentos, entre otros desde el embarazo siempre asistían en todo
momento a las mujeres embarazadas ó próximas a dar a luz a un nuevo ser. En
muchas ocasiones, en chozas muy humildes y en muy precarias condiciones con
pobreza extrema, estas mujeresnunca se
negaban y ponían todo su empeño, en salvar a la criatura como a la madre cuando
el parto era difícil. Eran mujeres con un amplio conocimiento y sabiduría adquiridos por muchos años, nada
mas una partera se calcula que tuvo la pericia
de asistir por lo menos entre cien a 500 nacimientos en toda su vida, lo peor de todo
ó para fortuna de algunos de nosotros que estas grandes mujeres muchas veces no
cobraban por sus servicios, algunos les pagaban con cuartillos de fríjol ó de
maíz, o lo que quisieran darles, más cuando la precariedad era evidente para
muchos mexicanos que tuvimos la dicha ó la desgracia de nacer en un petate como
cama y en suelo. Las parteras de los pueblos originarios han acompañado la vida
desde tiempos ancestrales, transmitiendo saberes que van más allá de la
atención al parto: cuidan la salud materna, sostienen los lazos comunitarios y
preservan conocimientos tradicionales sobre el cuerpo y la naturaleza.
Las parteras son profesionales de la salud que atienden y asisten a las mujeres durante el embarazo, parte de la medicina tradicional de México.
Foto: María Sabina Magdalena García, curandera mexicana y chamana mazateca del Estado de Oaxaca.
Las parteras en el antiguo México prehispánico
En
las culturas mesoamericanas la labor de las parteras eran vistas como un
ejercicio sagrado, como una labor comunitaria, la labor de las parteras
prehispánicas era de respeto y sabiduría. Una labor divina eran las
sacerdotisas de la fertilidad. El oficio de las parteras formó parte la
cosmovisión de la civilización prehispánica, por tanto, su función cobró
también una dimensión ritual y social. En ningún caso el nacimiento de un
individuo era visto como un asunto aislado, por el contrario, era un
acontecimiento que involucraba a toda la comunidad. De acuerdo a Fray
Bernardino de Sahagún, las parteras eran personajes respetables que estaban
evocadas a la adoración Chicomecóatl, diosa de la fertilidad humana y agrícola.
El origen de la matronería es tan antiguo como la humanidad. No obstante, las
distintas culturas han conservado una serie de conocimientos tradicionales
vinculados al embarazo. Este es el caso de México, país en el que las parteras
tienen una relación estrecha con el mundo indígena. El proceso de embarazo
estaba indiferenciado del acto creativo de la madre tierra. Por lo tanto, los
paralelismo entre la vida vegetal y el embarazo eran comunes. Los hijos eran
vistos como plantas que se desgarraron de sus madres para florecer sobre el
mundo.
Según las fuentes, al
saberse embarazadas, las mujeres hacían saber la noticia primeramente a sus
padres, quienes organizaban una comida para hacerlo saber a la comunidad. En
ese momento las parteras tenían una primera participación como consejeras
espirituales y médicos.
La vida y la muerte
Para
nuestras culturas prehispánicas la vida y la muerte tenia estrecha relación la
vida y la muerte en la cosmovisión prehispánica era un mismo camino, la mujer
que podía dar vida era tratada como una guerrera, se enfrentaba a una terrible
lucha. Cuando el momento del parto llegaba, la madre se transformaba en una
guerrera, ya que se consideraba que libraba una lucha entre la vida y la
muerte. El momento del parto era llamado «la hora de la muerte», donde se
pensaba que la madre renacía del lugar de los muertos. El vientre de la madre
era visto como la transformación de la putrefacción en vida, del mismo modo que
lo hacía la diosa Tlazotéotl, quien devoraba la inmundicia para luego parir
nuevos seres traídos del Mictlán.
¡Cuando una mujer mexica moría en el parto, al llevarla al entierro sus parteras tenían que defender que su cuerpo no fuese hurtado!
Cuando fallecía una mujer mexica en el parto era considerada como una mujer valiente pues los mexicas consideraban que las mujeres en cinta libraban una batalla personal, por lo tanto si morían estas en el alumbramiento eran consideradas como guerreras. Fray Bernardino de Sahagun en su crónica nos narra que después de que fallecía la mujer, esta era ataviada con sus mejores ropas que tuvo en vida y su viudo preparaba una peregrinación al anochecer donde la llevarían a su entierro. Sin embargo no era cualquier entierro ya que en el camino las parteras se armaban de escudos y "macanas", pues tenían que defender el cuerpo de los ataques de los guerreros mas jóvenes que pretendían hurtar el cuerpo, pues se creía que extraer los dedos y cabellos de la difunda les traería suerte a los guerreros novatos en sus futuras guerras, esto según sus creencias les mitigaba el temor como una especie de "amuleto". Sahagun recalca que no eran peleas simbólicas o a modo de juego, era una confrontación real que las parteras y los "mancebos" guerreros peleaban. Cuando el cuerpo escoltado llegaba a su destino y era sepultado, los familiares y amigos tenían que guardar por cuatro dias la tumba para que esta no fuera profanada.
Fuente: Historia general de las cosas de Nueva España, Fray Bernardino de Sahagun.
El uso del temazcal ó temascal
El
uso de temazcal ó temascal para uso terapéutico para el alumbramiento ó para
los nacimientos, durante y después fue primordial,en algunos casos el lugar de alumbramiento
era en el temazcal, las parteras medicaban a las madres con distintas hierbas
para acelerar el proceso de nacimiento. Para los nahuas, las mujeres que daban
a luz y los niños recién nacidos eran como los vegetales que nacían y
permanecíanen estado vegetal tiernos y
crudos, pero con el uso del temazcal iban tomando su color natural es decir
madurando. La asistencia al temazcal también tenía el significado un ritual
divino de acceder a las entrañas mismas de la Madre Tierra. «Es una cueva, una barranca, lo que hay en
nosotras (ca oztotl ca te/xxitl in totech ca)», eran
palabras comunes que las mujeres utilizaban para emparentar el vientre femenino
con la tierra.
Las parteras al igual que nuestras abuelas siguiendo la medicina tradicional podían curar de, espanto, de empacho, de la mollera, de lo chipil, cuando los niños se torcían etc.
Durante la colonia estar en cinta y parir, eran similitudes aplicados a las mujeres embarazadas. No obstante la mujer siempre fue sometida, en este periodo fue degradada. A diferencia de nuestras culturas prehispánicas donde la mujer era vista como una guerrera y con profundo amor y respeto era el único ser que podía dar vida. La única que podía desprenderse y dar frutos. No obstante el trabajo de las parteras prosiguió durante todo este periodo.
Maternidad en el siglo XXI, XX
“Maternidad y Resistencia – México, principios del siglo XX”
Una joven mujer indígena mexicana carga a su hijo dormido envuelto en un rebozo, mientras sostiene un ramo de flores, posiblemente para vender. Esta imagen retrata la fuerza de la maternidad y el esfuerzo de las mujeres por sostener a sus familias frente a la adversidad.
Las parteras mexicanas en la actualidad
Por
el año 2012 las parteras mexicanas lograron ser reconocidas como parte de la
medicina tradicional de México, ya que en muchas partes de la república, todavía
es una actividad altruista de conocimiento cultural de la medicina tradicional
que se resiste a morir, a pesar que ahora el 90% de los nacimientos se realiza
en hospitales y a pesar de toda su labor y lucha, esta actividad y las mujeres
parteras han permanecido y son objeto de discriminación y rechazo por
algunossectores de la sociedad.
Principal mente por el sector salud y la medicina oficial que muchas veces no
acepta los preceptos y procedimientos de la medicina tradicional. Su labor es
esencial, pero muchas veces no es reconocida ni integrada en los sistemas de
salud. Ante la necesidad de fortalecer el vínculo entre las parteras y el
sector salud, desde un enfoque intercultural que respete sus saberes y
garantice a las mujeres una atención digna y segura.
Por nuestra parte un reconocimiento a las
parteras de los pueblos originarios que sin ustedes nosotros no estaríamos
aquí.
Curandera del México antiguo a principios del siglo XX siguiendo la medicina tradicional.
NACIMIENTO:
palabras de fuerza para la mujer que da vida "Mi hija, la batalla es tuya,
¿qué podemos hacer por ti? Aquí están tus madres, la tarea te corresponde sólo
a ti. Toma tu escudo, mi hija, mi pequeñita, eres Quauhcihuatl, ¡trabaja con
ella! Esto quiere decir: ¡saca toda tu fuerza para ser como Quauhcihuatl, Cihuacoatl,
Quilaztli!" — Huehuehtlatolli
(Palabras antiguas)En el momento del
nacimiento, la partera no sólo guía… invoca el linaje, la energía del cosmos
femenino, el poder profundo de la tierra y el maíz. En esa transición, la mujer
no está sola: lleva consigo a todas las que vinieron antes.Quauhcihuatl – Mujer Águila, mujer madura.Cihuacoatl – Serpiente hembra, la tierra, la fertilidad, el agua,
la fuerza femenina.Quilaztli – La
que da el verdor, los quelites, la vida vegetal.En palabras del Códice Florentino, una buena mujer madura es:Resuelta. Firme. Constante. Vigorosa.
Inquebrantable. Paciente. Valiente. Humilde. Perseverante. Trabajadora
incansable.Aquella que acepta,
resiste, florece y lucha.Aquella que
es vida en todas sus formas.
Recordar
estas palabras es recordar que parir también es resistir. Y resistir, también
es sanar.
Tzitzitlinii.
–¡Puja Tzitzitlini! ¡Puja! – dijo una mujer con el ceño
fruncido y la frente llena de sudor. –¡Eso hago Tene! ¡Eso hago! Pero siento
que la cabeza me estallará en cualquier momento – respondió la joven que se
hallaba en plena labor de parto, tendida sobre el áspero manto de arpillera. –¡Puja,
mi Florecita! ¡Ya casi lo logras! ¡Es tu primera semilla en este mundo! ¡Puja! –Ya
ha transcurrido mucho tiempo Tene ¿Segura que todo está bien? Me estoy
sintiendo mareada… Tene, ¿Qué está pasando? Ya casi no la veo. Un inesperado
manto de sombras cubrió los ojos de la jovencita. En apenas un instante perdió
la noción del tiempo y el espacio. Sus dolores antes insoportables, ahora le
parecían ajenos y lejanos, como un sueño imposible de recordar. Las
instrucciones de su vieja madre, alguna vez claras y sonoras, se habían
convertido en un simple murmullo ahogado en la inmensidad. Y su cuerpo, que
hace solo unos segundos ardía en fiebre y amenazaba con resquebrajarse, ahora
solo flotaba sin rumbo en un enorme vacío donde la luz y la oscuridad, eran uno
solo, un sitio en el que las lágrimas se volvían risas y las risas se volvían
lágrimas. –¡Es un niño! – creyó oír a los lejos. Pero nada pudo responder
porque flotaba sin rumbo y su boca, no le obedecía; aunque su mente le decía
una cosa, su cuerpo hacía otra. Intentó tomar el control de la situación, pero
nada pudo hacer. Agotada, cerró los ojos y se dejó llevar.
Cuando despertó, un afluente infinito de aguas cristalinas
le rodeaba y ella, recostada sobre él, apenas y podía moverse, presa de un
inusual estupor y una gigantesca sensación de sorpresa. Pronto la corriente la
depositó en la costa. Cuando intentó ponerse en pie, descubrió que le fallaban
las fuerzas, permaneció tendida en el suelo hasta que cuatro niños de piel
ambarina y hermosos tocados de plumas y oro, la ayudaron a incorporarse. Caminó
con ellos de la mano durante un largo rato sin saber a dónde se dirigía, pero
sin miedo alguno de que fuera a sucederle algo malo. Finalmente, los chiquillos
se detuvieron. Tzitzitlini miró en todas direcciones buscando la razón de tan
súbita parada y la halló a su derecha o al menos, creyó haberlo hecho. Ahí,
junto a un pequeño arroyo de agua color turquesa, un hombre de piel traslucida
con tonos rojizos jugueteaba con un colibrí, ajeno por completo a ella o los
pequeños que la habían conducido hasta ahí. Tras algunos instantes que
parecieron durar demasiado, el hombre giró la mirada hacia donde ella se
hallaba y dijo:
–¿Qué me han traído pequeños? ¿Acaso es otra guerrera? -Los
chiquillos asintieron y desaparecieron tan pronto como dieron su escueta
respuesta. –Ven– dijo el hombre dirigiéndose a Tzitzitlini – ven mi pequeña,
supongo que tendrás algunas preguntas. – Sí, algunas – musitó la joven, entrelazando sus manos
con fuerza y dando pequeños pasos llenos de timidez. –¿Sabes dónde estás? –No,
no lo sé. –Esto es el Tonatiuhichan, el paraíso dentro del Otro Mundo. Solo
aquellos que mueren en batalla logran alcanzar este punto con tal celeridad.
Solo esos que ofrendaron su vida por el bien de los demás son dignos de vivir
aquí, a mi lado. –Entonces me supongo que hay una equivocación
–declaró la jovencita– no soy una guerrera. Solo soy una
madre primeriza que al parecer no lo hizo muy bien. –Dime, pequeña Tzitzi,
¿Acaso hay batalla más ardua que la de llevar a un nuevo ser al mundo terrenal?
¿Será que hay guerrero más fuerte que una madre que es capaz de dejarlo todo en
aras de que su vástago nazca sano y salvo?
–Yo… no sé si una madre que ni siquiera pudo sobrevivir al
parto deba ser tratada con tantas consideraciones. –Al contrario puntualizó
aquel que parecía ser un dios una mujer que no tiene empacho en sacrificar su
propia vida para que la de su semilla florezca, merece todas esas
consideraciones y aún más… solo las verdaderas guerreras del Anáhuac merecen
llegar aquí y tú lo has logrado…
Tzitzitlini rompió en llanto y se dejó caer sobre las
rodillas en el suave pasto que cubría aquel mundo llamado Tonatiuhichan.
Algunos colibríes la rodearon, intentando consolarla con sus dulces aleteos,
pero ella parecía no escuchar y solo atinaba a cubrir su rostro con las manos,
llena de dolor, tristeza y mucha vergüenza. El hombre de la piel traslucida la
tomó del brazo y la condujo suavemente hasta una pequeña pileta. Ahí, le apartó
las manos de la cara y dijo: –Observa.
La muchacha miró con desdén el agua contenida en la
pequeña fuente, pero pronto cambió su expresión al ver las imágenes que ahí se
mostraban; era su madre, arropando a un pequeño niño, abrazándolo con el amor
que solo una abuela es capaz de dar. Tras ella, se hallaba un muchacho de
rostro triste y mirada perdida. Era su esposo. El joven que la había desposado
hace apenas unos meses. –¡Son ellos!. Mi tene, Tochtli y… ¿Mimizton? ¿En verdad
ese pequeño es mi hijo? El de la piel traslúcida asintió y dijo:
–Tu esposo necesita saber que estás bien. Ya casi hiciste
todo lo que debías hacer. Ahora solo te falta ayudarlo a comprender. Cierra los
ojos. Pídele que abrace a tu hijo. Que lo cuide y proteja en tu nombre. Que le
dé el amor que tú no podrás darle. Hazlo, Tzitzi, hazlo. Con los ojos llorosos,
pero férrea determinación, la jovencita siguió las instrucciones de aquel que
parecía ser un Dios y dejó que las palabras llenaran su cabeza. Le dijo a su
amado tantas cosas que sería imposible siquiera el pretender contarlas. Luego
sonrió y él también lo hizo. Allá en el mundo donde los hombres y las mujeres
están hechos de maíz, [2] el joven Tochtli dejó la tristeza atrás y abrazó con
fuerza y calidez a su único hijo, a la semilla de Tzitzitlini, a aquel al que
cariñosamente llamaban “Mimizton” antes de nacer. –Mi pequeño hijo, mi amado
“Mimizton”. Dime, ¿volveré a verlo? –Sí–
respondió lacónico su interlocutor. –¿Cuándo? –preguntó ansiosa la muchacha. –Pronto.
–¿Cuánto es “pronto”? –“Allá” eso es mucho, pero aquí, es más bien poco…
¿Sabrás esperar? –Siempre dijo la joven madre – Siempre.