Revolución Mexicana.
//Por; Jesús Hoyos Hernández//Revolución mexicana//
Fusilamiento de Otilio Montaño.
El movimiento armado de 1910 suscitó con su estallido, una serie de eventos que fueron otorgándole diferentes carices, que aún hoy son objeto de estudio. La aparición de grupos armados del lado maderista y su posterior escisión se debió, en buena medida, al incumplimiento de las promesas realizadas por el propio Madero, en el momento en el que fue electo presidente constitucional y trató por diversos medios de lograr la deposición de las armas.
Al sur de la capital de la república, el grupo revolucionario encabezado por el hoy emblemático personaje Emiliano Zapata, reconoció inicialmente el liderazgo de Francisco I. Madero, pero se alejó de este, ante su negativa de iniciar un ágil reparto de tierras y con ello dar cumplimiento a lo planteado en el Plan de San Luis.
Para poder dar cauce a la lucha y dar claridad respecto de las causas políticas enarboladas por el Caudillo del Sur, este último formuló un documento, cuyo contenido expresaba los motivos por los cuales buena parte de la población se embarcó en la lucha armada.
El Plan de Ayala es uno de los documentos más emblemáticos del periodo revolucionario, tanto por el lenguaje utilizado, como por las aspiraciones políticas y sociales plasmadas en su redacción. Aunque dicho documento y la figura de Emiliano Zapata son muy conocidas, poco o casi nada se sabe de la figura del coautor: el maestro y general zapatista Otilio Edmundo Montaño Sánchez. A este oficial del Ejército Libertador del Sur, se le debe la organización de las pretensiones zapatistas plasmadas en dicho plan.
Otilio Montaño nació el 13 de diciembre de 1887. Oriundo de Villa de Ayala, Morelos, fue un hombre que se preocupó por contar con un grado de instrucción avanzado y se desempeñó como maestro en la escuela de Tepalcingo
Desde el comienzo de la Revolución, Montaño fue un fiel adepto del general Zapata; al nombrarse a Pablo Torres Burgos como jefe de la lucha maderista en el estado de Morelos, el maestro advirtió claramente que las intenciones del movimiento maderista no compaginaban con los propósitos de los campesinos y en un mitin acaecido el 10 de marzo de 1911, en lugar de lanzar vivas a Madero y mueras a Díaz, pronunció la siguiente consigna: “¡Abajo haciendas y viva pueblos!
Tras la negativa de Madero a dar inicio al reparto de tierras después de asumir como presidente constitucional de México y con el consecuente llamado al desarme y la posterior persecución de los grupos revolucionarios sublevados, el 28 de noviembre de 1911 se dio a conocer, por parte del alto mando militar del Ejercito Libertador del sur, el Plan de Ayala.
Aunque lo expresado en el documento provino del pensamiento de Zapata, fue Otilio Montaño quien lo redactó, dio coherencia y dirección política a las ideas del jefe de aquel cuerpo armado. El papel de Montaño, como el de otros maestros rurales fue “… dar expresión a las demandas, sentimientos y necesidades del campesinado…”
Otilio Montaño, en la Junta Revolucionaria del Centro y Sur de la República celebrada en 1913, durante la usurpación huertista, (2) retomó los principales postulados enunciados en el Plan de Ayala y arguyó que, para darles solución, era necesario reformar la Carta Magna para visibilizar y tratar de resolver el problema de la tierra.
Por las diferencias que se fueron presentando con el Caudillo morelense, a causa de roces con otro general del Ejército Libertador del Sur, Miguel Palafox, abandonó las filas zapatistas. Acusado de incitar a una sublevación que reconociera la jefatura de Venustiano Carranza, Otilio Montaño fue enjuiciado y declarado culpable; se le fusiló el 18 de mayo de 1917 por un pelotón zapatista.
Antes de morir, redactó su Testamento Político , documento en el que el maestro rural dejó asentado las causas e irregularidades del proceso al que fue sometido, al tiempo de acusar directamente a quienes buscaron lograr su ejecución.
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