Por; Jesús Hoyos Hernández//Nacional//Análisis//Política//Opinión//
La doble moral de Acción Nacional
Los actuales dirigentes de Acción Nacional
actúan como si mantuvieran esa calidad perdida y basan su estrategia electoral
en la denuncia de la corrupción ajena, como si nada hubiera ocurrido.
Parecen
olvidar que ya gobernaron este país durante doce años y que desde que con
patente de honestidad y seguido por millones de creyentes Vicente Fox se metió
a patadas a Los Pinos, han pasado demasiadas cosas.
En pocas palabras: han
perdido su autoridad moral.
Y por eso suenan patéticos los spots en que tratan
de desacreditar a su principal competidor a partir de actos de corrupción
divulgados en los meses recientes y que por supuesto son absolutamente
condenables.
Ya es lugar común afirmar que los panistas olvidaron sus
principios y se corrompieron a partir de que accedieron al poder. En ese
sentido, demostraron que son iguales a sus rivales históricos. Y aún peores.
Los priistas llegan al cinismo inaudito de presumir en público su corrupción;
ellos caen en la peor hipocresía: Gritan “¡al ladrón, al ladrón!” mientras de
sus bolsas brotan fajos de billetes mal habidos.
Y no le falta razón al
dirigente nacional del PRI, César Camacho cuando –independientemente de sus
culpas propias— afirma que los panistas antes eran “mochos” y ahora hacen
“moches”. Es la verdad, ni modo. Por eso y por mil causas más causa grima
escuchar al presidente nacional panista Gustavo Madero Muñoz hablar de la lucha
de su partido contra la corrupción.
El comportamiento de los gobernantes
panistas Neoliberales en los diferentes niveles de gobierno no ha sido precisamente
ejemplar. Ni en el ámbito federal ni en las administraciones estatales y
municipales han estado ausentes los abusos, los negocios ilícitos, el tráfico
de influencias, el enriquecimiento más que explicable, pero ilegal. El caso de
la delegación Benito Juárez, en el Distrito Federal, es paradigmático.
Lo peor
de todo es que a todos cobija una impunidad que no es muy diferente a la que
estila el PRI.
Las dirigencias solapan descaradamente a los ladrones, a los
extorsionadores, a los traficantes de influencias, a cambio de su
incondicionalidad. ¿Cuál es la diferencia? Por lo demás hace mucho que los
panistas abandonaron sus prácticas democráticas, a menudo ejemplares.
Fui
testigo, metiche al fin, de muchas asambleas en las prevalecieron el respeto a los
principios y a las normas internas, el debate de altura, las disputas válidas y
honradas, el conteo de los votos de manera transparente.
Hoy día prevalece,
como en el otro lado, la imposición, el dedazo, la venta de puestos y
candidaturas, las canonjías que ya ni siquiera ocultan. ¿Cómo entonces, con qué
autoridad moral, señalar con índice de fuego –como suele decirse— a los rateros
y sinvergüenzas del tricolor? BASTA YA ! TENEMOS QUE BOTAR A ESTAS LACRAS DEL
GOBIERNO Y DE LA
ADMINISTRACION PUBLICA!!
Autor; Jesús Hoyos Hernández
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