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miércoles, 16 de abril de 2025
Biografía de Ignaz Semmelweis quien promovió el lavado de manos en las cirugías.
Ignaz P. Semmelweis. En 1818 nacía Ignaz P. Semmelweis, un médico húngaro que descubrió que lavarse las manos es una práctica esencial para prevenir la transmisión de infecciones en los hospitales.
Por; Jesús Hoyos Hernández//Nacional//Análisis//Política//Opinión//
Siglo XIX//
Biografía de Ignaz
Semmelweis que promovió el lavado de manos en las cirugías.
Nacido en 1818 en Buda,
Hungría (hoy parte de Budapest), Ignaz Semmelweis estudió medicina en la Universidad de Viena y
comenzó a trabajar como asistente en la clínica de maternidad del Hospital
General de Viena. Durante su tiempo allí, Semmelweis observó una alta tasa de
mortalidad entre las mujeres que daban a luz, debido a una enfermedad conocida
como fiebre puerperal o fiebre del parto. A mediados del siglo XIX, la fiebre
puerperal era una sentencia de muerte para muchas mujeres tras dar a luz.
Semmelweis
se dio cuenta de que los médicos y estudiantes que asistían a los partos a
menudo venían directamente de realizar autopsias sin lavarse las manos
adecuadamente. Intuyó que había una conexión entre la manipulación de cadáveres
y la transmisión de la fiebre puerperal. En 1847, Semmelweis introdujo una
práctica revolucionaria: el lavado de manos con una solución de cloro antes de
atender a las pacientes.
Siendo
un joven médico, Semmelweis comenzó a trabajar en el Hospital General de Viena,
donde notó algo alarmante: las mujeres que daban a luz en salas atendidas por
médicos morían con mucha más frecuencia que aquellas asistidas por parteras. La
fiebre puerperal, una infección mortal tras el parto, estaba cobrando
innumerables vidas sin una causa aparente.
Pero
Semmelweis hizo una observación clave: los médicos, antes de atender a las
pacientes, realizaban autopsias sin lavarse las manos. En un acto de genialidad
—y de desafío a las normas establecidas—, propuso una idea revolucionaria para
su época: el lavado de manos con una solución de cloro antes de tocar a las
mujeres embarazadas.
Los
resultados fueron inmediatos y sorprendentes: la tasa de mortalidad se desplomó
del 18% a menos del 2%. Sin embargo, en lugar de recibir aplausos, Semmelweis
enfrentó burlas y desprecio. Sus colegas se negaron a aceptar que ellos mismos
podían estar causando la muerte de sus pacientes. Herido por el rechazo, el
médico húngaro comenzó a escribir cartas furiosas, atacando a aquellos que
ignoraban su descubrimiento.
Su
insistencia en la verdad le costó caro. En 1865, fue internado en un manicomio,
donde murió trágicamente a los 47 años, víctima de una infección tras una
herida mal tratada. Irónicamente, su propia muerte reflejó la misma tragedia
que él había intentado prevenir.
Años
después, con los avances de Louis Pasteur y Joseph Lister, la teoría de los
gérmenes confirmó lo que Semmelweis había descubierto décadas antes. Hoy, el
mundo lo reconoce como el "salvador de las madres", un visionario que
estuvo adelantado a su tiempo.
El escritor Sherwin B. Nuland lo expresó con claridad:
"Semmelweis no solo descubrió cómo salvar vidas;
descubrió cómo cambiar la mentalidad de una profesión."
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