Este fue
el caso de Florence Cassez en México; de los archivos periodísticos
¿Recreación o montaje?
El
9 de diciembre de 2005 la policía de mexicana (AFI) entró en una casa del
Estado de México (a una hora del Distrito Federal) donde había varios
secuestrados. Arriesgando su vida la policía diseñó una espectacular operación
que con fusiles de asalto en mano, logró sorprender y capturar a una banda de
peligrosos delincuentes liberando a tres secuestrados. Así es como se enteraron
los mexicanos de que finalmente habían caído Los Zodiacos, una banda que
aterrorizaba la zona norte de la capital y que una chica francesa formaba parte
del grupo.
Pues
bien, semanas después las autoridades reconocieron que en realidad la detención
se había producido el día anterior y que se estaba repitiendo todo para que las
televisiones tuvieran las imágenes. En un afán de exhibir los logros de la
administración de Vicente Fox,
la policía reprodujo con los mismos protagonistas, aunque con buena luz y las
cámaras ubicadas en los mejores ángulos, la detención de todos los
delincuentes. Todo aquel circo organizado para 'Televisa' y 'TV Azteca', marcó
desde el principio el proceso. Mientras las víctimas señalan que fue una
recreación que no altera el fondo del asunto para los abogados de la francesa
se trató de un montaje para dar forma a pruebas falsas y testimonios
contradictorios.
Florence
Cassez, fue acusada de cuatro secuestros, posesión de armas y delincuencia
organizada,
Liberación de tres víctimas
montaje televisivo
En
la transmisión se observa a elementos de la AFI llegar al rancho Las Chinitas, ubicado en la
carretera México-Cuernavaca, iban seguidos del reportero Pablo Reinah, quien
iba narrando el operativo acompañado de su camarógrafo, junto con un reportero
y camarógrafo de TV Azteca, que también transmitió en vivo el supuesto
operativo.
¿a
que familia pertenece y por que acude el presidente Frances a su rescate?.
PARÍS, Francia, mar. 4, 2009.-La condena de 60 años de prisión de la
francesa Florence Cassez adquiere una dimensión política con la visita oficial
del presidente Nicolás Sarkozy a México.
Este
miércoles, el vocero del gobierno galo, Luc Chatel, aseguró a Radio France
International que el jefe de Estado abordará el caso de esta francesa durante
su estancia en la capital mexicana.
Florence
Cassez fue detenida en diciembre de 2005 con su entonces novio, el mexicano
Israel Vallarta. Ambos enfrentaron cargos por el delito de secuestro y
delincuencia organizada. En abril del año pasado, la justicia mexicana impuso a
la francesa 96 años de prisión. Hace unos días, un magistrado federal redujo la
sentencia condenatoria de 96 a
60 años.
Su abogado francés, el celebre Franck Berton, quien pregona la total inocencia
de su cliente, sostiene que la disminución de la pena fue posible gracias al
pago de 299 mil dólares.
Los
gritos de inocencia llegaron hace varios meses al Palacio del Eliseo.
Hoy el padre de Florence Cassez pidió a Nicolas Sarkozy que traiga a su hija a
Francia.
La
Presidencia gala
apuesta por la discreción. Cuanto menos ruido se haga en torno a la francesa de
34 años, mejor será el resultado, opina el Eliseo que quiere evitar a toda
costa el más mínimo intento de injerencia en asuntos judiciales de México.
Pero
el Comité de Apoyo a la
Mujer Encarcelada y varios parlamentarios de la Asamblea Nacional
optan por un comportamiento opuesto. Denuncian públicamente lo que consideran
una afrenta cometida por la justicia mexicana. Y han ido más lejos: solicitan a
Nicolas Sarkozy que cancele su viaje a México.
El
defensor galo de Florence Cassez, Berton, habla de “un escándalo, una
vergüenza, un atentado a la vida y a la libertad”. Según el abogado, la condena
en apelación reducida es “una injusticia adicional”, “una mascarada”.
El tema domina hoy la totalidad de los espacios mediáticos galos en prensa
escrita, radio y televisión.
Pero
ellos, esos que la defienden no conocen la otra cara de la moneda, la cara de
Florence Cassez que aterrorizó a Cristina Ríos. Y que relato brevemente en una
carta dirigida a la opinión publica.
A la opinión pública:
Mi
nombre es Cristina Ríos Valladares y fui víctima de un secuestro, junto con mi
esposo Raúl (liberado a las horas siguientes para conseguir el rescate) y mi
hijo de entonces 11 años de edad.
Desde
ese día nuestra vida cambió totalmente. Hoy padecemos un exilio forzado por el
miedo y la inseguridad. Mi familia está rota. Es indescriptible lo que mi hijo
y yo vivimos del 19 de octubre del 2005 al 9 de diciembre del mismo año. Fueron
52 días de cautiverio en el que fui víctima de abuso sexual y, los tres, de
tortura sicológica.
El 9 de diciembre fuimos liberados en un operativo de la Agencia Federal de
Investigación (AFI). Acusados de nuestro secuestro fueron detenidos Israel
Vallarta y Florence Cassez, esta última de origen francés, quien ahora se
presenta como víctima de mi caso y no como cómplice del mismo.
Desde nuestra liberación mi familia y yo vivimos en el extranjero. No podemos
regresar por miedo, pues el resto de la banda de secuestradores no ha sido
detenida. Hasta nuestro refugio, pues no se puede llamar hogar a un lugar en el
que hemos sido forzados (por la inseguridad) a vivir, nos llega la noticia de
la sentencia de 96 años a la que ha sido merecedora Florence Cassez, la misma
mujer cuya voz escuché innumerables ocasiones durante mi cautiverio, la misma
voz de origen francés que me taladra hasta hoy los oídos, la misma voz que mi
hijo reconoce como la de la mujer que le sacó sangre para enviarla a mi esposo,
junto a una oreja que le harían creer que pertenecía al niño.
Ahora
escucho que Florence clama justicia y grita su inocencia. Y yo en sus gritos
escucho la voz de la mujer que, celosa e iracunda, gritó a Israel Vallarta, su
novio y líder de la banda, que si volvía a meterse conmigo (entró
sorpresivamente al cuarto y vio cuando me vejaba) se desquitaría en mi persona.
Florence
narra el “calvario” de la cárcel, pero desde el penal ve a su familia, hace
llamadas telefónicas, concede entrevistas de prensa y no teme cada segundo por
su vida. No detallaré lo que es el verdadero infierno, es decir, el secuestro.
Ni mi familia ni yo tenemos ánimo ni fuerzas para hacer una campaña mediática,
diplomática y política (como la que ella y su familia están realizando) para
lograr que el gobierno francés y la prensa nacional e internacional escuchen la
otra versión, es decir, la palabra de las víctimas de la banda a la que
pertenece la señora Cassez.
Pero
no deja de estremecernos la idea de que Florence, una secuestradora y no sólo
novia de un secuestrador (con el que vivía en el mismo rancho y durante el
mismo tiempo en el que permanecimos mi hijo y yo en cautiverio) ahora aparezca
como víctima y luche para que se modifique s
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Pero no deja de estremecernos la idea de que Florence, una secuestradora y no
sólo novia de un secuestrador (con el que vivía en el mismo rancho y durante el
mismo tiempo en el que permanecimos mi hijo y yo en cautiverio) ahora aparezca
como víctima y luche para que se modifique su sentencia. Si lo logra o no, ya
no nos corresponde a nosotros, aunque no deja de lastimarnos.
Esta
carta es sólo un desahogo. El caso está en las manos de la justicia mexicana.
No volveremos a hacer nada público ni daremos entrevistas de prensa ni de
cualquier otra índole (nuestra indignación nos ha llevado a conceder algunas),
pues nuestra energía está y estará puesta en cuidar la integridad de la familia
y en recuperarnos del daño que nos hicieron. El nuevo vigor que cobró la
interpelación de la sentenciada y el ruido mediático a su alrededor vuelve a
ponernos en riesgo.
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