ÉTICA
Y POLÍTICA
Vamos
a tratar un tema muy controvertido pero muy necesario el tema de la “Ética Política”
que los políticos de hoy ni la conocen, ni saben que es so, muchos ni siquiera
fueron a la facultad, algunos otros son lideres natos, pero carecen de una
formación académica algunas teorías sobre la concepción del Estado, ya son teorías del pasado, para algunos tecnócratas
estupidos y corruptos que han prostituido la política, a tal grado que la política
ya no es el arte de servir, se la a definido como la lucha por el poder.
Pero
primero comenzaremos por definir algunos conceptos según el diccionario como
por ejemplo que es ÉTICA.
ETICA: Disciplina filosófica que estudia el bien y el mal y sus relaciones con la moral y
el comportamiento humano.
"Aristóteles fue
el fundador de la ética; don Joaquín fue catedrático de psicología, lógica y
ética"
Conjunto de costumbres
y normas que dirigen o valoran el comportamiento humano en una comunidad.
MORAL: Disciplina
filosófica que estudia el comportamiento humano en cuanto al bien y el mal. "profesor
de moral"
Conjunto de costumbres
y normas que se consideran buenas para dirigir o juzgar el comportamiento de
las personas en una comunidad.
Política: Ciencia que trata del gobierno y la organización de las sociedades
humanas, especialmente de los estados.
Actividad de los que
gobiernan o aspiran a gobernar los asuntos que afectan a la sociedad o a un
país.
Conjunto de los
procedimientos y medidas que se adoptan para dirigir los asuntos que afectan a
la sociedad o tienen relación con ella.
El hombre es un ser libre, con
capacidad de autodeterminación, es decir, capaz de obrar luego de una libre
elección. Esta elección se lleva a cabo como resultado de un conocimiento que
define el carácter de una conducta, ya que está vinculado con una conciencia
moral que aprueba o desaprueba un determinado acto.
Tanto la moral, como el derecho y
los usos sociales, forman parte de un todo mayor: la ética. Hablar de ética es
hablar del bien y del mal. La ética no es una abstracción, es el otro. Cada
acto está obrando directa o indirectamente sobre una vida: “Nunca se roba algo,
se le roba a alguien”.
La moral hace referencia a aquellas
pautas interiorizadas por el individuo quien se las autoimpone no como
obligación sino como necesidad, por el simple hecho de provenir o formar parte
de “lo bueno”.
El derecho es el conjunto de normas
emanadas por un órgano competente. Las
mismas constituyen una prescripción, o sea la imposición de la voluntad
de la autoridad normativa sobre la voluntad del sujeto o destinatario.
Los usos sociales recogen
comportamientos deseables y aprobados por una comunidad, es decir costumbres
sociales. Son normas consuetudinarias.
El hombre, por naturaleza tiene la
capacidad de perfeccionarse y de superarse día a día, por lo que tiende a
alcanzar la plenitud. Para llegar a tan preciada meta como lo es la plenitud,
es necesario vivir en sociedad; el ser humano necesita de los demás para
construir un mundo o ambiente propicio en el cual alcanzar la plenitud, causa
esencial de la felicidad.
Es por ello que el hombre necesita
de la sociedad política, pues nada es pleno si no se comparte, confronta y
comunica a los demás, ya que el bien es expansivo, comunicativo: “De nada sirve
la sabiduría si no se la comunica mediante la educación”.
El hombre se reúne en sociedad para
el logro de un bien común a todos. El bien común no es el bien individual, no
es la suma de la porción de felicidad de cada individuo integrante de una
comunidad, pero tampoco es un bien que nada deba a las partes. Es la
integración sociológica de todo lo que hay de virtud y riqueza en las vidas
individuales, y que tiende a perfeccionar la vida y la libertad de persona de
cada ser. No es utilidad solamente, sino fin bueno es sí mismo, sujeto a la
justicia y a la bondad. Es el fin último de la vida social.
La política es la ciencia social y
práctica cuyo objeto es la búsqueda del bien común de los integrantes de una
comunidad. El bien común no es sólo la tarea del poder político sino también
razón de ser de la autoridad política.
Por lo tanto, es el bien común el
principio y fin ético de la política. Será bueno todo aquello que beneficie,
tienda, acreciente o promueva el bien común. Será malo todo aquello que tienda
a perjudicarlo, disuadirlo, disminuirlo, etc.
Es deber de todo estado democrático
promover el bien general. El preámbulo de la Constitución de la Nación Argentina
establece:
“Con el objeto de constituir la
unión, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa
común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad,
para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que
quieran habitar en el suelo argentino”.
El bienestar general se logra por
medio de una auténtica justicia social cuya finalidad es obtener una más justa
distribución de la riqueza entre todos los grupos sociales. Hace falta la
presencia de un estado capaz de generar este equilibrio. Un estado que no
elimine la responsabilidad de las personas, de las comunidades y de las
organizaciones intermedias. Un estado que no convierta en dependientes a los
ciudadanos y en pupilas a las comunidades y organizaciones intermedias. Un
estado que no les quite sus obligaciones. Esa orientación de la intervención
estatal ha sido nefasta para la sociedad civil, la ha hecho débil. Pero tampoco
sirve un estado ausente, que deje la suerte de sus habitantes al juego de la
oferta y demanda. Ni un estado indiferente a los problemas sociales. El estado
debe intervenir para asegurar el mínimo de bienestar para todos. Sin
demagogias.(1)
En resumen, la naturaleza de un
estado o de la sociedad política, es la búsqueda del bien común. El estado se
desnaturaliza, es decir pierde su esencia, cuando se corrompe. Corromper, entre
otras acepciones posibles, es alterar la forma de alguna cosa; así el estado
corrupto ya no tiende al bien común sino que se desvirtúa transformándose al
provecho de unos pocos.
Según Aristóteles, definiendo las
formas de gobierno, hay monarquía, aristocracia o democracia cuando el rey, una
minoría o una mayoría gobiernan para el conjunto. Estas serían las formas
naturales. En cambio hay tiranía, oligarquía o demagogia cuando un tirano, una
minoría o una mayoría gobiernan para sí mismos. Estas serían las formas
desnaturalizadas.
Los factores que conducen a la
desnaturalización del estado, a su proceder éticamente negativo, inmoral,
ilegítimo e ilegal son principalmente:
a) el economicismo, b) la tentación del poder absoluto y c) la pérdida de un orden político.
a) Este tipo de corrupción se da siempre que el
dinero ocupa un lugar preferencial en la escala de valores de una
sociedad. Y lo cierto es que así parecen
estar hoy las cosas en la mayoría de los países. Lo común es que un funcionario
viole sus deberes de lealtad al pueblo por alguna condición económica, es
decir, porque hay dinero de por medio.
Max
Weber distinguió entre los políticos que viven para la política y los que
viven de la política. En el último caso, la ambición política deja de valer
por sí misma y se rebaja al nivel de un valor instrumental al servicio del
enriquecimiento.
A
fines del siglo XIX, Leandro Alem sostenía: “... el interés material será para
un pueblo de mercaderes, no para el nuestro...”, “...no conviene materializar
las sociedades, aflojando los resortes morales de su espíritu...”, “... Se nos
quiere halagar con las promesas de engrandecimiento material. Yo prefiero,
porque lo considero más digno de una sociedad como de un individuo, vivir con
menos lujo y con menos pompa, siempre que me dirija yo mismo. Prefiero una vida
modesta, autónoma, a una vida esplendorosa sometida a tutelaje...”.
b) Todo poder tiende a corromper; el poder
absoluto corrompe absolutamente. Alguien que carece de una sensibilidad moral
excepcional, y que no es sino una persona ordinaria, común y corriente, puede
sucumbir frente a la tentación
extraordinaria que surge de las inmensas posibilidades del poder, a menos que
se la limite y se la controle. Expresaría Elpidio González: “... El
radicalismo es una fuerza principista. Para la Unión Cívica Radical
los gobiernos son medios de servir al país y no fines...”.
c) Bajo cualquier sistema político existe un
orden político natural al cual la acción política debe sujetarse en aras de la
estabilidad y el bienestar de la nación. El orden político es la única
posibilidad de trabajar por el bien común. Su contraparte, el desorden
político, implica el desquicio general de las funciones sociales, de modo que
nadie trabaja en lo que le compete. Diría Dante: “Siempre la confusión de la
persona es principio del mal de la ciudad”.
Podemos, lógicamente, reducir los tres factores de desnaturalización del
estado, anteriormente mencionados, a un solo eje fundamental: la conducta.
Según el diccionario de la lengua española, conducta, entre otras acepciones, es la manera con que los hombres gobiernan su
vida y rigen sus acciones. Como ya sabemos, el hombre es un ser libre, capaz de
autodeterminarse y que actúa según una elección. También dijimos que la ética
esta compuesta por la moral, el derecho y los convencionalismos sociales.
Por lo tanto una conducta será éticamente positiva
siempre que el hombre encamine su vida conforme a las costumbres sociales y
normas jurídicas vigentes, y cuyos principios morales, que por naturaleza
indican qué es lo bueno, no queden sólo en el campo de la abstracción o el
conocimiento, sino que los concrete mediante su observancia. En resumen, será
una conducta acorde a la ética aquella conducta virtuosa. La virtud es la
disposición constante del alma a conducirse de acuerdo al bien y a evitar
rigurosamente el mal. Las virtudes que hacen ética a una conducta, y que son
además indispensables en un estado democrático, son las siguientes:
Austeridad: consiste en
llevar una vida modesta y de probada honradez.
Veracidad: virtud que nos
conduce siempre a manifestar lo que creemos o pensamos.
Lealtad: nos obliga a ser
fieles y rigurosos en el cumplimiento de los compromisos y obligaciones, en la
correspondencia de afectos, etc.
Tolerancia: respeto y
consideración de las opiniones ajenas. No es aprobar el error, sino
simplemente, la capacidad de convivir con lo diferente.
Espíritu de Trabajo:
Inclinación a realizar con entusiasmo y eficacia los labores que se emprenden.
Perseverancia:
firmeza en los propósitos o en la prosecución de algo que se ha comenzado.
Caridad o Fraternidad:
consiste en considerar a nuestros semejantes como hermanos. Es el amor al otro
que se manifiesta mediante acciones de beneficencia y benevolencia.
Patriotismo: vínculo
espiritual que nos une a la patria incondicionalmente. Se manifiesta sirviendo con amor y abnegación, alentando
los ideales de la nación, reverenciando sus glorias, amando su tradición y
respetando sus símbolos.
Abnegación: es un sentimiento
que nos mueve a dejar de lado nuestros propios afectos o intereses en servicio
de la patria, para el bien de la comunidad en general, para el bien del otro.
Es
fácilmente entendible entonces que los tres factores de desnaturalización del
estado tienen su semilla o su fundamento en una conducta éticamente negativa:
en el materialismo, en la mentira, la deslealtad, la intolerancia, el egoísmo,
en la carencia de patriotismo, etc.
Válida
es la ocasión de mencionar, sin entrar en detalles, lo que la Unión Cívica Radical
mantiene doctrinalmente como filosofía de conducta. El radicalismo cree que
el fin no justifica los medios, y que los altos fines sólo se alcanzan cuando
los medios son adecuados a su altura. Colócanse así los medios en el plano del
deber constante e inmediato, y surge la filosofía realmente creadora de
conducta, que es unidad e interacción entre el esfuerzo moral-personal y el
político o social que lo incluye. Esta filosofía radical de la conducta es
la única que podrá reintegrar al hombre-espíritu y salvar a la
humanidad del posible desastre de los siglos.
Krause,
filósofo de gran influencia sobre la doctrina
radical, sostenía que la ley moral lleva implícita la libertad y el
orden, siendo su máxima de conducta más difundida: “Haz el bien por el bien
mismo”.
Plenitud,
es una totalidad, integridad. Observaremos entonces como esta filosofía
es el camino para alcanzar la plenitud del hombre, quien vive en sociedad para
alcanzarla, configurándola al nivel de un bien común, principio y fin de la
existencia de la política.
La historia de nuestro país muestra como,
buscando lo mejor para la concreción de un mejor estilo de vida al servicio de
la consecución del bienestar común, se han obtenido, en un proceso que comienza
el siglo pasado y que aún no termina, la emancipación y la independencia, la
democracia y la libertad. Pero aún no hemos concluido, la igualdad y el federalismo verdadero son
tareas pendientes.
Nuestro
partido se fundamentó sobre dos grandes bases. Una es considerar la política
como una concepción ética de la vida. La otra afirmar el federalismo como la
forma institucional de la vida autónoma argentina, de la libertad ciudadana y
de la soberanía de la nación. Nuestras
luchas anteriores a veces nos han hecho suponer que somos el partido de la
libertad y nada más, si así fuera ya hubiéramos agotado nuestra razón de
existir... tenemos libertad en la
Argentina, pero falta tanto, ...queremos concretar al mismo
tiempo la libertad y la igualdad.
Para
concluir, me parece oportuno destacar
que la pérdida del camino ético de la política, no es más que el reflejo de una
sociedad que también lo ha perdido. Al fin y al cabo, los hombres de la
política, forman parte de la sociedad a la cual representan y dirigen.
Es
increíble cómo la indiferencia individualista ha llegado a atrofiar nuestros
más profundos sentimientos, cómo nos ha llevado el egocentrismo a disimular y a
enceguecernos frente a aquellas personas que necesitan y suplican de una mano
que las ayude, que les sirva de guía. Es tal la ausencia de solidaridad que se
presenta, que hemos llegado al extremo de la extranjería total, mientras,
hermanos nuestros mueren frente a nuestros ojos.
Es
imposible pensar que en sociedades corruptas y desnaturalizadas, que no saben
de donde vienen ni adonde van, que han olvidado su pasado y no tienen visión de
futuro, en donde la hermandad es una palabra cada día más en desuso ya que cada
cual busca sobreponerse al prójimo en vez de mancomunadamente buscar lo mejor
para todos, pueda surgir una minoría dirigente inmune a tal peligrosa
enfermedad como lo es la corrupción, la extranjería y lo peor de todo, la
indiferencia. |
Linea tricolor
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martes, 3 de diciembre de 2019
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