Francisco Jerónimo
de Jesús Lagos Cházaro Morteo; fue un político y abogado mexicano que fungió de manera
interina como Presidente de México en 1915.
Nació en Tlacotalpan, Veracruz.
Estudio leyes y fue electo gobernador de su estado natal. Posteriormente fue
secretario del general Roque González Garza, quien ocupó provisionalmente la
presidencia. Cuando González Garza renunció al cargo, la convención de
Aguascalientes invistió a Lagos Cházaro en el puesto de presidente (1915).
Roque Victoriano
González Garza: fue un militar mexicano que participó en la Revolución Mexicana.
Fue presidente de México con carácter provisional del 16 de enero al 10 de
junio de 1915, en sustitución de Eulalio Gutiérrez.
Presidente de la República. Nació
en Saltillo, Coahuila. En 1908 figuró en política, como adversario al gobierno
del General Porfirio Díaz, y fue uno de los primeros propagandistas de Madero,
levantándose en armas en favor de éste.
A la muerte de Madero y Pino
Suárez, se incorporó a las filas de Francisco Villa. Alcanzó el grado de
General. Representó a Francisco Villa en la Convención de Aguascalientes. Ocupó
el cargo de Presidente de la
República , frente al grupo constitucionalista, del 16 de
enero de 1915 al 11 de junio del mismo año. La victoria del Constitucionalismo
le obliga a exilio.
Reingresando en la
administración del General Ávila Camacho. Escribió en colaboración con P. Ramos
y J. Pérez Rul, La Batalla
de Torreón, Apuntes para la Historia,
libro programado por José Santos Chocano en 1962. Es coordinador de las obras
de la Vega Meztitlán Hgo. cargo que ocupaba al morir, en la ciudad de México en
1962.
Eulalio Gutiérrez
Ortiz; fue un militar y político mexicano, presidente de México del 6 de
noviembre de 1914 al 16 de enero de 1915, con carácter provisional por mandato
de la Convención de Aguascalientes.
General y político mexicano
nacido en Coahuila. Tuvo participación en 1910, en el levantamiento de Madero (1) y
cuatro años más tarde, la
Convención de Aguascalientes le proclama presidente
provisional de la República
pero, se vió presionado a renunciar al cargo, mediante un manifiesto, pues le era
imposible seguir con la oposición fuerte que le hacían Francisco Villa y
Emiliano Zapata.
Cosas que la historia oficial siempre olvida mencionar
Algunos libros oficiales y reaccionarios dicen que Pancho
Villa fue derrotado definitivamente por el manco de Celaya en 1915, pero esto
no es cierto, la lucha revolucionaria continuo y tiempo después volvió a formar
un grupo más numeroso de los que ellos mencionan, no fue derrotado
definitivamente como dicen en sus libros de primaria, ni por Obregón ni Carranza
ni siquiera el tío Sam que mando muchos soldados para buscarlo, lo único que
encontraron fue el descontento del pueblo mexicano que estaba con Villa y
siempre los recibían en cada poblado con el grito de ¡Viva Villa!
Pancho Villa a pesar de contar con un buen grupo de
soldados decidió que lo más conveniente era tener una guerrilla conformada por
pocos hombres de confianza que estuvieran dispuestos a luchar a su lado hasta
al final ya que sabía perfectamente que en esta ocasión ya no tenía apoyo del
tío Sam que le proveía armas y que al final lo traicionaron para apoyar a
Carranza, unos cuantos hombres se quedaron con el general mientras que muchos
regresaron a sus hogares y otros decidieron convertirse en bandoleros y
lamentablemente estos (y otros pillos más que ya había desde antes) fueron los
que cometieron muchos crímenes en los pueblos y de los cuales la prensa se los
atribuían a Villa. Si Villa finalmente dejo las armas fue gracias a la
intervención de Adolfo de la
Huerta, el gobierno le concedió en propiedad la hacienda de
Canutillo por sus servicios prestados a la revolución pero la historia oficial
nos los vende como “la rendición de Villa”
Aunque aparentemente “se había rendido” todos sabían que
en el caso de que hubiera injusticia de nuevo, Villa podía levantarse en armas
otra vez reuniendo otro grupo armado si así fuera necesario. El mismo decía que
en cuestión de horas reunía 40,000 revolucionarios, el manco de Celaya y
Plutarco Elías Calles le tenían tanto miedo al Centauro del Norte que mejor no
quisieron arriesgarse.
Sobre el cadáver de Pancho Villa (sin cabeza) que está en
el Monumento a la
Revolución
En 1976 los restos de Pancho Villa llegaron, sin cabeza,
al monumento de la
Revolución, y alrededor de ellos hay algunas historias que
queremos contar.
Para muchos Pancho Villa fue un héroe, para otros un
ladrón tan hábil que logró colocarse en los libros de historia. Es innegable
que su figura carga con muchos estigmas. En los sesenta, por ejemplo, cuando
los ánimos revolucionarios resurgieron y muchos héroes de esta lucha tenían
calles y escuelas con sus nombres, el Gobierno de la Ciudad de México apenas
había dado permiso para que una avenida llevara el nombre de la División del Norte.
Entre los detractores más famosos de Villa estaban José Vasconcelos, Diego Rivera y Daniel Cosío Villegas. En 1960, medio siglo después
de su muerte, el presidente Adolfo López Mateos encabezó la primera ceremonia
cívica en honor al Centauro del Norte, y parecía que su figura por fin se había
reivindicado. En 1966 la colocación de su nombre con letras doradas en la Cámara de Diputados hizo
que medio mundo abucheara ─todavía más─ a Díaz Ordaz. Tres años más tarde, el
gobierno movió la única estatua de Villa en la ciudad de la esquina de Cuauhtémoc
y Universidad a un lugar “más cómodo” en el Parque de los Venados.
estatua-pancho-villa.
ESTATUA ENCUESTRE DE
FRANCISCO VILLA EN EL PARQUE DE LOS VENADOS. ORIGINALMENTE ESTABA EN LA ESQUINA DE CUAUHTÉMOC Y
UNIVERSIDAD, PERO CUANDO LAS OBRAS DEL METRO PASARON POR AHÍ, EL GOBIERNO
DECIDIÓ MOVERLA A SU UBICACIÓN ACTUAL.
Aún con toda la mala reputación, había quienes juraron ser
leales a su general más allá de la muerte. Lo que no sabían es que la
oportunidad de reafirmar su voto llegaría demasiado pronto. El 17 de noviembre
de 1976, el entonces presidente de la República ordenó exhumar los restos de Villa para
llevarlos del panteón de Hidalgo del Parral, Chihuahua, al Monumento a la Revolución.
La última cabalgata de Villa
El 18 de noviembre comenzaron los trabajos de exhumación.
Durante el proceso estuvieron presentes las últimas tres viudas de Francisco
Villa. La labor fue complicada, porque encima del féretro había una gruesa
placa de concreto que protegía los huesos del general. Por supuesto, ésta
protección tenía una razón de ser. En febrero 1926, un grupo de soldados
comandados por el coronel Francisco Durazo Ruiz abrieron la tumba de Villa para
robar su cabeza y cobrar una recompensa de 50 mil dólares que el gobierno
norteamericano ofrecía por ella. Otra versión apunta a que fue Álvaro Obregón
quien mandó decapitar el cadáver de Villa en venganza por el brazo que perdió
“a causa de Villa”. Sea cual sea la historia, lo único cierto es que nadie sabe
dónde está su cabeza.
Aún sin cráneo, los restos de Doroteo Arango viajaron en
una urna hacia su última parada en el Monumento a la Revolución. El
recorrido fue una ceremonia en sí misma. En cada ciudad por la que pasaban la
gente aglutinaba las calles gritando “¡Viva Villa!” y al centro de la multitud,
una camioneta que transportaba al general decapitado encabezaba un regimiento
de caballería y un contingente militar donde todos los miembros iban
disfrazados de dorados.
La última vez que Villa había entrado con tanta fiesta a
la ciudad fue en 1914, cuando él y Emiliano Zapata (1) hicieron su marcha triunfal
desde Chapultepec hasta el Palacio Nacional. En esa ocasión también recibieron
aplausos por parte de la población, e incluso Villa aprovechó para rebautizar
la calle de Madero, que hasta ese momento se llamaba Paseo de Plateros. Después
de develar la primera placa con la nueva nomenclatura, Villa juró matar a quien
se atreviera cambiarle el nombre.
Las muchas tumbas del general Pancho Villa
El 20 de noviembre de 1976, a los pies del Monumento a la Revolución, el
presidente Luís Echeverría encabezaba el último acto oficial de su gobierno. El
entonces Secretario de Educación, Víctor Bravo Ahuja, pronunció un discurso
para recibir al Centauro en el panteón revolucionario. Depositaron los restos
en la misma columna donde descansan los de Francisco I. Madero desde 1960.
funeral-villa
Por supuesto, las historias alrededor de Villa no dejaron
de aparecer, de hecho se multiplicaron. Después de la exhumación hubo quienes
dijeron que los restos que hoy descansan en el Monumento a la Revolución no son de
Doroteo Arango, sino de una mujer desconocida que Doña Austreberta Rentaría,
viuda de Villa, mandó enterrar en la fosa marcada con el número 632 para que
nadie volviera a profanar los restos del general.
Según este relato, el verdadero cuerpo está sepultado a 120 metros de la tumba
original en un espacio marcado con el número 10 que Austreberta Rentaría compró
a perpetuidad por la cantidad de 12 pesos. De hecho, hay un acta que registra
la compra, pero aunque los mismos historiadores locales dan crédito de esta
historia, todo parece indicar que los funcionarios responsables de la
exhumación decidieron ignorar ese detalle.
Sobre el paradero de su cabeza no sabemos mucho. Las
versiones más aceptadas dicen que está sepultada dentro de una caja de balas,
muy cerca de lo que fue la puerta del rancho. El Cairo, en Salaíces, Chihuahua,
y que perteneció a coronel Francisco Durazo Ruiz. Muchos han tratado de
encontrar la cabeza, pero como ya nadie sabe exactamente dónde estaba la puerta,
la dieron por perdida. De lo que estamos seguros es que con el traslado se
cumplió una de las leyendas villistas más populares: el general siempre
terminaba en un lugar diferente del que originalmente había escogido para
dormir.
El movimiento armado de 1910 suscitó con su estallido, una
serie de eventos que fueron otorgándole diferentes carices, que aún hoy son
objeto de estudio. La aparición de grupos armados del lado maderista y su
posterior escisión se debió, en buena medida, al incumplimiento de las promesas
realizadas por el propio Madero, en el momento en el que fue electo presidente
constitucional y trató por diversos medios de lograr la deposición de las
armas.
Al sur de la capital de la república, el grupo
revolucionario encabezado por el hoy emblemático personaje Emiliano Zapata, reconoció inicialmente el liderazgo de Francisco I. Madero, pero se alejó de
este, ante su negativa de iniciar un ágil reparto de tierras y con ello dar
cumplimiento a lo planteado en el Plan
de San Luis.
Para poder dar cauce a la lucha y dar claridad respecto de
las causas políticas enarboladas por el Caudillo del Sur, este último formuló
un documento, cuyo contenido expresaba los motivos por los cuales buena parte
de la población se embarcó en la lucha armada.
El Plan de Ayala es uno de los documentos más emblemáticos
del periodo revolucionario, tanto por el lenguaje utilizado, como por las
aspiraciones políticas y sociales plasmadas en su redacción. Aunque dicho
documento y la figura de Emiliano Zapata
son muy conocidas, poco o casi nada se sabe de la figura del coautor: el
maestro y general zapatista Otilio
Edmundo Montaño Sánchez. A este oficial del Ejército Libertador del Sur, se
le debe la organización de las pretensiones zapatistas plasmadas en dicho plan.
Otilio Montaño nació el 13 de diciembre de 1887. Oriundo
de Villa de Ayala, Morelos, fue un hombre que se preocupó por contar con un
grado de instrucción avanzado y se desempeñó como maestro en la escuela de
Tepalcingo
Desde el comienzo de la Revolución, Montaño fue
un fiel adepto del general Zapata; al nombrarse a Pablo Torres Burgos como jefe
de la lucha maderista en el estado de Morelos, el maestro advirtió claramente
que las intenciones del movimiento maderista no compaginaban con los propósitos
de los campesinos y en un mitin acaecido el 10 de marzo de 1911, en lugar de
lanzar vivas a Madero y mueras a Díaz, pronunció la siguiente consigna: “¡Abajo
haciendas y viva pueblos!
Tras la negativa de Madero a dar inicio al reparto de
tierras después de asumir como presidente constitucional de México y con el
consecuente llamado al desarme y la posterior persecución de los grupos
revolucionarios sublevados, el 28 de noviembre de 1911 se dio a conocer, por
parte del alto mando militar del Ejercito Libertador del sur, el Plan de Ayala.
Aunque lo expresado en el documento provino del
pensamiento de Zapata, fue Otilio Montaño quien lo redactó, dio coherencia y
dirección política a las ideas del jefe de aquel cuerpo armado. El papel de
Montaño, como el de otros maestros rurales fue “… dar expresión a las demandas,
sentimientos y necesidades del campesinado…”
Otilio Montaño, en la Junta Revolucionaria
del Centro y Sur de la
República celebrada en 1913, durante la usurpación huertista, (2)
retomó los principales postulados enunciados en el Plan de Ayala y arguyó que,
para darles solución, era necesario reformar la Carta Magna para
visibilizar y tratar de resolver el problema de la tierra.
Por las diferencias que se fueron presentando con el
Caudillo morelense, a causa de roces con otro general del Ejército Libertador
del Sur, Miguel Palafox, abandonó las filas zapatistas. Acusado de incitar a
una sublevación que reconociera la jefatura de Venustiano Carranza, Otilio
Montaño fue enjuiciado y declarado culpable; se le fusiló el 18 de mayo de 1917
por un pelotón zapatista.
Antes de morir, redactó su Testamento Político , documento
en el que el maestro rural dejó asentado las causas e irregularidades del
proceso al que fue sometido, al tiempo de acusar directamente a quienes buscaron
lograr su ejecución.