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Biografía del Insurgente Miguel Bravo
General Miguel Bravo: Héroe y consumador de la independencia quien luchó desde el principio hasta el fin de la misma
El 15 de abril de 1814, Miguel Bravo murió fusilado en Puebla. Este personaje originario de Chilpancingo fue uno de los principales insurgentes surianos. Se unió a Morelos en 1810, con cuyas ideas coincidía plenamente, fue de sus más leales colaboradores y uno de sus jefes de mayor confianza. Bravo fungió como "Juez de ocurrencias de América" en Chilapa, en el verano de 1811, tiempo en el que invitó a los pueblos de indios a unirse a la causa de la insurgencia, además de resolver algunos asuntos del nuevo gobierno de la Provincia de Tecpan. Hacia fines de ese año, el caudillo le encomendó encabezar la avanzada rebelde a la Mixteca y, unos meses después, en 1812, tratar de introducir alimentos y municiones a los sitiados en Cuautla, además de encargarse de mantener ocupados a los realistas para evitar que descansaran. Después de romper el sitio, Miguel Bravo acompañó a Morelos en la recuperación de Chilapa, Tixtla y Chilpancingo, así como en la toma de Huajuapan, Tehuacán y Oaxaca. A fines de 1812 y primeras semanas de 1813, junto con su hermano Víctor, dominó militarmente Jamiltepec y la Costa Chica, ampliando el dominio insurgente y allanando el camino de Morelos hacia Acapulco. Estuvo presente en el Congreso insurgente que se realizó en Chilpancingo, a partir de septiembre de 1813, y fue uno de los militares que dio su voto para que Morelos fuera designado generalísimo del ejército, encargado del poder ejecutivo. Protegió las márgenes del río Mezcala cuando la mayor parte del ejército insurgente partió rumbo a Valladolid con la intención de apoderarse de aquella ciudad. Tuvo que retroceder ante el embate de los realistas y se dirigió a Olinalá, en la Montaña, en donde continuó la lucha. Sin embargo, fue sorprendido y hecho prisionero en el pueblo de Chila. Se le trasladó a Puebla y en su prisión, afirma Carlos María de Bustamante: “se comportó con la dignidad que lo caracterizaba: su presencia imponía respeto: su educación era finísima; sus modales parecían de un caballero de corte: su corazón inocente y sincero estaba de acuerdo con su boca, y con su pluma; jamás dio motivo a la maledicencia para que osase calumniarlo ni deturparse su reputación”. Era tan apreciado en la Montaña y en la Mixteca que, a su muerte, varios de los pueblos que lo habían apoyado, acudieron a solicitar el indulto.
Texto: María Teresa Pavía Miller, Centro INAH Guerrero. Imagen: detalle del mural de O`Gorman en MNH y rúbrica de Miguel Bravo publicada en México a través de los siglos.
El 15 de abril de 1814, el jefe insurgente Miguel Bravo fue fusilado en la ciudad de Puebla. Bravo fue capturado tras un enfrentamiento en el pueblo de Chila contra las tropas realistas de Félix Lamadrid. De acuerdo con Julio Zárate, Lamadrid le había asegurado al insurgente que su vida sería respetada, sin embargo, el comandante Díaz de Ortega, “haciendo aprecio de la promesa de su subalterno, sometió al prisionero a un consejo de guerra que lo juzgó y sentenció a sufrir la pena capital. Esta se efectuó en el paseo público [hoyPaseo Bravo] de aquella ciudad. Bravo subió al cadalso, cerca de dos años después que su hermano don Leonardo, inmolado en la capital del virreinato, y su muerte coronó dignamente su patriótica y valerosa constancia.”
El Paseo Bravo es un parque urbano ubicado en la capital del Estado de Puebla, México, inaugurado en 1840, en honor al general Miguel Bravo
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