La masacre de Tlatelolco es por donde quiera que se le escarbe un crimen de Estado.
//Por; Jesús Hoyos Hernández//Nacional//Siglo XX//Represión//Guerra Sucia//Resistencia//
La masacre de Tlatelolco es por donde quiera que se le escarbe un crimen de Estado. El movimiento Estudiantil de 1968, como bien lo documenta el ahora vilipendiado historiador Francisco Colmenares, que el agente de inteligencia Miguel Nazar Haro, entregó un informe al C. Director de la Federal de Seguridad, Fernando Gutiérrez Barrios, en el cual se afirma que el Partido Obrero Revolucionario de la IV Internacional Trotskista, en una reunión que sostuvieron en abril de 1966, “Se acordó sabotear la próximas Olimpiadas”, lo que es un absurdo, dado que solo Gustavo Díaz Ordaz y sus policías, eran los únicos se sabían que México iba a ser sede de los Juegos Olímpicos. Ese falso y perverso informe de “inteligencia”, se endosó ya no solo a los trotskistas, sino también al movimiento de los estudiantes, a los que acusaron de querer ya no solo impedir las Olimpiadas, sino también “derrocar el gobierno del presidente Díaz Ordaz”. Eso explica la absurda y brutal represión del que fueron víctimas los alumnos de la vocacional 2 y 5 que tuvieron un zafarrancho que fue sofocado brutalmente por el ejército lo que generó indignación de todos los estudiantes, maestros, director de las escuelas y ciudadanos y devino en un masivo movimiento estudiantil. Tan no hubo provocación para derrocar a Díaz Ordaz y sabotear las los Juegos Olímpicos, que el Consejo Nacional de Huelga, integrado por alumnos de la UNAM como del Politécnico Nacional, elaboró un pliego petitorio para resolver el conflicto por la vía de un acuerdo civilizatorio, que el entonces regente del Distrito Federal y el Presidente de la República, desdeñaron por considerar que se violentaba el “principio de autoridad” ¿Que es lo que pedían los estudiantes? Entre lo más relevantes:
1. La derogación de los artículos 145 y 145 bis del Código Penal Federal, que regulaba los delitos de disolución social, entre los cuales se incluía la “difusión de ideas que perturbaran el orden público” y/o “afectaran la soberanía nacional”. Dicho en lenguaje llano, estaba prohibida la libertad de expresión y de manifestación, y toda protesta pública se consideraba un acto de sedición y rebeldía contra el Estado y la Nación.
2. La liberación de los presos políticos tanto estudiantiles como sindicales.
3. La destitución de los generales Luis Cueto Ramírez y Raúl Mendiolea, y el teniente coronel, Armando Frías, jefes policiacos que reprimieron a los estudiantes.
4. La desaparición del cuerpo de granderos.
5. Deslindar las responsabilidades de las autoridades.
6. Indemnizar a los familiares de los estudiantes muertos y heridos antes del 2 de octubre.
No hubo diálogo alguno. Con el pretexto de que el interés del movimiento
estudiantil tenía como propósito boicotear las Olimpiadas en ciernes, el
gobierno de Gustavo Díaz Ordaz y sus corifeos, optaron ya no sólo a reprimir a
los estudiantes, sino también asesinarlos y detener a sus líderes que habían
convocado a un mitin ese 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas
de Tlatelolco, usado como tribuna una terraza del edificio Chihuahua, donde
fueron sorprendidos por el batallón Olimpia que en cuanto le dieron la señal
desde un helicóptero que lanzo dos luces de bengala, abrió fuego a diestra y
siniestra en contra de los estudiantes, maestros, mujeres y niños
conglomerados en la explanada de la Plaza de las Tres culturas e también contra los
mismos soldados que estaban custodiando a los asistentes.
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