//Por; Jesús Hoyos Hernández//Leyendas//Relatos//Puebla//
El puente del charro negro.
Al igual que la "Leyenda del charro negro" Hay una leyenda que es del dominio Público esta presente en los pobladores de Atlixco una comunidad de perteneciente al Estado de Puebla.
Cuando se dio inicio la edificación de la CIASA en donde fuera la Hacienda de San Diego Metepeque en el año de 1898, se comenzaron las obras hidráulicas, el casco de la fábrica y su caserío. Se instaló la vía ferroviaria para acarrear materiales de construcción en el ferrocarril San Rafael, propiedad de los empresarios. En el tendido de las vías llegando al cerro donde resoplaba la máquina pues le “costaba subir” al tren ( de ahí el nombre de “La Cuesta”) dicen que de repente las vías se abrían en ese lugar y la locomotora ya no podía avanzar; aún así con muchos contratiempos lograron instalar la ruta ferroviaria hasta la fábrica. Pero las obras de expansión del ferrocarril Interoceánico – San Rafael y para llegar a la Hacienda de Santa Catarina donde se ubicaba el aserradero propiedad también de los patrones; se planeó un puente de grandes dimensiones al sur del poblado, para dar paso a 2 locomotoras para este servicio.
Cuando ya se tenía avanzada la obra del puente; de la noche a la mañana aparecía todo derrumbado, como si una fuerza de agua devastadora lo abatiera.
Así durante mucho tiempo sucedían las cosas, hasta que decidieron vigilar por las noches con hombres armados, fue cuando de pronto vieron bajar desde la punta del cerro a un misterioso hombre a caballo, vestido de charro.
Llamaba la atención que tanto hombre y bestia eran del color de una noche muy oscura, solo se les veían resaltar los ojos que parecían como si tuvieran fuego y al galope del caballo se producían chispas al contacto de las herraduras con las ásperas piedras, que intentaban encender los secos arbustos haciéndolos humear, varios se santiguaron pues decían era el mismísimo demonio.
Estando cerca con un aroma pestilente como de azufre, se dirigió con el arquitecto al mando y le dijo que estaban en sus dominios y que para que ya no se cayera el puente, tendrían que hacer un “pacto”, que consistía en que; por cada pilar del puente quería “un alma”.
Después de consultar con los jefes del arquitecto, decidieron que por la noche que presagiaba vientos de tragedia; hacer una reunión en el campamento con comida y bastante bebida con alcohol, a los hombres que fueron perdiendo la conciencia los llevaron a donde ya estaban preparados los huecos y procedieron a “emparedarlos”.
Con ésto; la construcción continuó sin ningún problema, de ahí que quedara reconocida como la del legendario “Puente del Charro”.
Decían que eso mismo había pasado en la construcción del “Chacuaco”, donde enterraron “almas” para que no se cayera.
Se cuenta que donde se ubica el puente, en temporada de lluvias, por las noches cuando crece la “barrancada” se escuchan entre los truenos de los rayos, gritos de desesperación como “agárrense fuerte que viene la crecida de agua”, o que se veía la figura del charro negro deambular por los alrededores cuidando el puente o que no invadieran sus pertenencias, principalmente en el cerro donde desde lo alto con aire demoniaco pareciera vigilar los movimientos de la gente.
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