//Por; Jesús Hoyos Hernández//Historia de México//Independencia//siglo XVIII//Presidentes de México//
Cadete; Miguel Miramón
Miguel Miramón fue uno de los cadetes que se encontraba aquel 13 de septiembre en el Castillo de Chapultepec durante el ataque estadounidense a México. Luchó lado a lado con los seis niños héroes. Sin embargo, la historia, a Miguel Miramón lo ha maltratado o, simplemente, lo ha omitido en las ceremonias tradicionales.
Miguel Miramón formó parte del grupo de jóvenes y, estuvo a punto de perder también la vida. Estando herido, defendió el Castillo centímetro a centímetro. Herido del rostro, se enfrentó a los norteamericanos; un soldado estadounidense lo hirió una vez más con su bayoneta, sin embargo, la intervención de otro militar enemigo le salvó la vida; “es un niño -dijo el militar- es un cadete muy bravo, pero es un niño”.
La batalla se perdió junto con la vida de sus compañeros. Pero, Miguel Miramón, tuvo un destino muy distinto al de los Niños Héroes. Su vida continuó y a los 24 años de edad ya era General y, fue el presidente más joven de México, contaba tan solo con 26 años. Luego, contrario a las Reformas, durante esa guerra, se exilió a Europa, regresó al país y colaboró al lado del emperador Maximiliano.
A la derrota del imperio, Miramón fue fusilado por orden de Benito Juárez en el Cerro de las Campanas el 19 de junio de 1867. Lo acusaron de traición a la patria. Las familias de los fusilados recibieron los cuerpos a las pocas horas de la muerte. La viuda de Miramón, Concepción Lombardo, regresaba de San Luis Potosí (a donde había viajado con el fin de tratar de convencer a Juárez de suspender el fusilamiento), cuando le entregaron el cadáver de su esposo. Sus restos fueron trasladados a la capital del país donde se le dio sepultura en el Panteón de San Fernando.
Existe una tumba en ese cementerio, pero el cuerpo no se encuentra depositado ahí. La historia es corta. Exiliada en Europa con el apoyo de la familia Habsburgo, Concha Lombardo viajó a México en 1872, al enterarse que Benito Juárez había fallecido y lo habían enterrado a tan solo unos pasos de la tumba de su esposo. Indignada, la viuda ordenó la inhumación de los restos de Miramón, pues no permitió dejarlos cerca del hombre que lo había mandado fusilar: Benito Juárez. Los restos mortales de Miguel Miramón fueron entonces trasladados a la catedral de Puebla, donde actualmente permanecen.
También se aprovechó dicho traslado para que su viuda entregara y sepultara el corazón de su marido, que durante años llevaba consigo en una caja. A partir de entonces, el corazón de Miguel Miramón está depositado en la misma tumba. Miguel Miramón también fue un niño héroe, pero sus convicciones lo llevaron por los contextos históricos a oponerse a Benito Juárez, y se convirtió en un enemigo a vencer. Murió al lado de Maximiliano de Habsburgo, sin pedir, en ningún momento clemencia o perdón por su vida. Un hombre que murió a causa de sus ideales y que los mismos lo colocaron del lado contrario de la historia. Miramón fue un niño héroe que inició su vida pública en el Castillo de Chapultepec y que culminó en el Cerro de las Campanas.
Miguel Miramón y Tomás Mejía, los conservadores traidores a la patria del siglo XIX que se inclinaron ante el invasor vienés Maximiliano de Habsburgo.
Poco antes de ser fusilado en el Cerro de las campanas, Maximiliano le cedió el lugar de honor a Miguel Miramón, un general al que tiempo atrás había enviado a Europa para no tener cerca y de quién se registró lo siguiente en “Los Traidores pintados por sí mismos”: libro atribuido a Maximiliano y sus colaboradores más cercanos: Miguel Miramón.- Entró al Colegio Militar en 1846. Debido a su buena inteligencia ascendió en un año a cabo, y después a sargento; y como oficial de artillería a los grados de subteniente y teniente. Comenzó en esta época a entregarse a su pasión por el juego. Siendo capitán de cazadores de infantería en Toluca, perdió un día el dinero de su compañía, de que era depositario; y para librarse de un compromiso, cayó, sable en mano, sobre la persona con quien había jugado, y le hizo devolver el dinero. Cuando triunfó el Plan de Ayutla, Miramón, que mandaba un batallón de cazadores, se adhirió al nuevo orden de cosas y fue enviado por Álvarez como teniente coronel del 11º batallón de línea, recibiendo la orden de ir a someter la Sierra de Zacapoaxtla, donde los conservadores organizaban su resistencia. Durante la marcha, Miramón hizo aprehender a Benavides; y a la cabeza de la fuerza se dirigió á Puebla á unirse con el partido enemigo.
Más tarde tomó parte activa en el golpe de Estado de Zuloaga, y fue recompensado, por su celo, con el grado de general de brigada. Partió para el interior a las órdenes del general Osollo, y tomó parte en diversas acciones. Habiendo muerto Osollo, Miramón tomó el mando de la división, y derrotó completamente á los liberales en Ahualulco; después de este hecho de armas, fue nombrado gobernador de Guadalajara.
Vino a México: se unió a algunos descontentos, y con ayuda de ellos, se hizo dar por Zalonga el título de Presidente substituto, y a partir de este momento, comenzó a firmar todos los decretos. Se preparó entonces a marchar sobre Veracruz, donde Juárez había situado su gobierno. Impuso algunos préstamos forzosos, reunió los fondos que había en las cajas públicas, y con el pretexto de atender a las necesidades de su ejército, dirigió este dinero hacia la tierra caliente, y después, en lugar de enviarlo al campo frente a Veracruz, lo hizo embarcar en Alvarado por su propia cuenta. Tal es el origen de su fortuna. Después de haber levantado el sitio de Veracruz, Miramón volvió á México y tomó la dirección del Gobierno. De acuerdo con Díaz, su Ministro de Hacienda, se entregó a toda especie de exacciones.
Cansado de su insubordinación y de su conducta, Zuloaga le quiso retirar su título de Presidente substituto; pero Miramón por toda respuesta se nombró Presidente, e hizo arrestar a Zuloaga. Durante este tiempo, los liberales habían hecho grandes progresos en el interior; Miramón, para preparar una expedición contra ellos, y no teniendo recursos pecuniarios, hizo tomar los fondos depositados en la casa del Ministro inglés; después marchó llevándose a Zuloaga y perdió la batalla de Calpulalpan, que puso fin a su presidencia. Se vino para México y partió en seguida para Veracruz, donde se embarcó como un desconocido cualquiera». Pese a tener este concepto de Miramón, cuando el imperio se tambaleaba, Maximiliano le dio mando de tropas y terminó muriendo a su lado.
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