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Por; Jesús Hoyos Hernández//Nacional//Análisis//Política//Opinión//
El Populismo neoliberal
mexicano
El
término “populismo” ha sido utilizado como un calificativo para desacreditar a
cualquier político, persona, o posicionamiento, que trasgreda o cuestione,
aunque sea en el discurso, al libre mercado. Se trata de convencer que el
populista es el que reparte, el que promete, el que habla “como la gente”,
"el que come en puestos callejeros", "el que viaja en transporte
público" el que apela a las emociones y no a la técnica. Lo curioso es que
bajo ese mismo criterio, fue eso precisamente lo que hicieron los gobiernos neoliberales en México.
Desde
1982, con Miguel de la Madrid, y de forma
más grotesca con Carlos Salinas de
Gortari, México abrazó el modelo neoliberal como única vía de
desarrollo. Se vendió como “inevitable”
la apertura comercial, la privatización de empresas públicas, el adelgazamiento
del Estado y la supuesta modernización institucional. Pero más allá del
discurso tecnocrático, ese modelo necesitó de una narrativa emocional, de una
promesa de redención colectiva que raya en lo místico: si tú te esfuerzas, si
compites, si estudias y no protestas, algún día serás exitoso. El origen de la
cultura "méritocratica". Y
la meritocracia, es en esencia, populismo.
Pero
no del que habla de derechos ni de justicia social. Más bien un populista de
pensamiento mágico que se sostiene en una fe ciega en el mercado. El populismo [2] del PRI se disfrazó de “modernización”.
Con Salinas, se privatizaron más de 1,000 empresas públicas, incluyendo Telmex,
los bancos y las siderúrgicas. Se dijo que el Estado ya no debía intervenir en
la economía, pero los nuevos dueños (Slim,
Azcárraga, Larrea, etc.) prosperaron gracias a políticas públicas hechas a
su medida.
La
supuesta riqueza que habría de repartirse porque "si les llovía a los de arriba, les goteaba a los de abajo"
en realidad se concentró brutalmente. En 1994, el 1% más rico de México ya
concentraba más del 43% de la riqueza nacional.
Por
el contrario el PAN, consolidó el populismo del miedo. Se decía que cualquier
intento de volver a un modelo con mayor intervención estatal sería “regresar al pasado”. Se fomentó el
miedo y desprecio a los subsidios, a los sindicatos, al Estado. Pero ese
discurso fue manejando de una forma emocional, dramática y hasta histriónica,
que pudo ser una campaña populista tradicional basada en una telenovela.
Construyó la idea de que había que temer a la otredad, incluso si esa otredad
era la propia clase trabajadora. Y ahora que hablamos mucho del Fobaproa, dejen les digo que
Convertir deuda privada de los bancos en deuda pública, y pretender
convencernos de que fue una decisión técnica, sin mencionar que fue
profundamente política ¿No es eso populismo financiero? Básicamente fue ayudar
a los ricos con dinero de los pobres.
Han
convertido a la clase media como sujeto aspiracional, y eso no es casualidad,
el modelo neoliberal, necesita construir una narrativa de éxito. Donde consumir
es empoderarse, una historia en la que tener un crédito Infonavit, un coche y
una tarjeta de crédito, era “ascenso
social”. Pero esa clase social, que ni alcazaba a ser "media", se volvió frágil, sin
seguridad social sólida, sin sindicatos que la protegieran y cada vez más
endeudada.
Fueron
sin saberlo, un subproducto de la fantasía meritocrática: "si no progresas, es tu culpa." Y
ahora, llaman con demasiada caradura, llaman "populista" al líder que intenta redistribuir la riqueza
o fortalecer el salario mínimo, Pero el tecnócrata que promete que la
pobreza se resolverá si convierte a México en una maquiladora mundial, se piden
préstamos al FMI y BM, y se permite la entrega de recursos al capital
extranjero, ese no es considerado populista. El populismo no es exclusivo de la
izquierda o la derecha. Es una herramienta discursiva que usan para atemorizar
a los ingenuos. Y el neoliberalismo [2] mexicano la usó con maestría. Construyó
enemigos imaginarios, ofreció soluciones mágicas, vendió" ilusiones y dejó
desigualdad, corrupción, violencia e impunidad.
El Populismo neoliberal mexicano
El término “populismo” ha sido utilizado como un calificativo para desacreditar a cualquier político, persona, o posicionamiento, que trasgreda o cuestione, aunque sea en el discurso, al libre mercado. Se trata de convencer que el populista es el que reparte, el que promete, el que habla “como la gente”, "el que come en puestos callejeros", "el que viaja en transporte público" el que apela a las emociones y no a la técnica. Lo curioso es que bajo ese mismo criterio, fue eso precisamente lo que hicieron los gobiernos neoliberales en México.
Desde 1982, con Miguel de la Madrid, y de forma más grotesca con Carlos Salinas de Gortari, México abrazó el modelo neoliberal como única vía de desarrollo. Se vendió como “inevitable” la apertura comercial, la privatización de empresas públicas, el adelgazamiento del Estado y la supuesta modernización institucional. Pero más allá del discurso tecnocrático, ese modelo necesitó de una narrativa emocional, de una promesa de redención colectiva que raya en lo místico: si tú te esfuerzas, si compites, si estudias y no protestas, algún día serás exitoso. El origen de la cultura "méritocratica". Y la meritocracia, es en esencia, populismo.
Pero no del que habla de derechos ni de justicia social. Más bien un populista de pensamiento mágico que se sostiene en una fe ciega en el mercado. El populismo [2] del PRI se disfrazó de “modernización”. Con Salinas, se privatizaron más de 1,000 empresas públicas, incluyendo Telmex, los bancos y las siderúrgicas. Se dijo que el Estado ya no debía intervenir en la economía, pero los nuevos dueños (Slim, Azcárraga, Larrea, etc.) prosperaron gracias a políticas públicas hechas a su medida.
La supuesta riqueza que habría de repartirse porque "si les llovía a los de arriba, les goteaba a los de abajo" en realidad se concentró brutalmente. En 1994, el 1% más rico de México ya concentraba más del 43% de la riqueza nacional.
Por el contrario el PAN, consolidó el populismo del miedo. Se decía que cualquier intento de volver a un modelo con mayor intervención estatal sería “regresar al pasado”. Se fomentó el miedo y desprecio a los subsidios, a los sindicatos, al Estado. Pero ese discurso fue manejando de una forma emocional, dramática y hasta histriónica, que pudo ser una campaña populista tradicional basada en una telenovela. Construyó la idea de que había que temer a la otredad, incluso si esa otredad era la propia clase trabajadora. Y ahora que hablamos mucho del Fobaproa, dejen les digo que Convertir deuda privada de los bancos en deuda pública, y pretender convencernos de que fue una decisión técnica, sin mencionar que fue profundamente política ¿No es eso populismo financiero? Básicamente fue ayudar a los ricos con dinero de los pobres.
Han convertido a la clase media como sujeto aspiracional, y eso no es casualidad, el modelo neoliberal, necesita construir una narrativa de éxito. Donde consumir es empoderarse, una historia en la que tener un crédito Infonavit, un coche y una tarjeta de crédito, era “ascenso social”. Pero esa clase social, que ni alcazaba a ser "media", se volvió frágil, sin seguridad social sólida, sin sindicatos que la protegieran y cada vez más endeudada.
Fueron sin saberlo, un subproducto de la fantasía meritocrática: "si no progresas, es tu culpa." Y ahora, llaman con demasiada caradura, llaman "populista" al líder que intenta redistribuir la riqueza o fortalecer el salario mínimo, Pero el tecnócrata que promete que la pobreza se resolverá si convierte a México en una maquiladora mundial, se piden préstamos al FMI y BM, y se permite la entrega de recursos al capital extranjero, ese no es considerado populista. El populismo no es exclusivo de la izquierda o la derecha. Es una herramienta discursiva que usan para atemorizar a los ingenuos. Y el neoliberalismo [2] mexicano la usó con maestría. Construyó enemigos imaginarios, ofreció soluciones mágicas, vendió" ilusiones y dejó desigualdad, corrupción, violencia e impunidad.

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