Por; Jesús Hoyos Hernández//Relatos//Escritos//Mixteca// Costumbres ancestrales//
Proyectando a México//Agua Santa Ana Tepexi de Rodrigue//
Panteón comunitario de Agua Santa Ana Tepexi de Rodríguez
En
el pueblo donde vivo el panteón es muy pequeño. Por eso se tiene por costumbre
ocupar las tumbas de los abuelos o de los familiares que tengan más de siete
años sepultados para enterrar a su difuntito. ¿Por qué tienen que tener más de
siete años? Es lo que tarda un cuerpo en descomponerse.
Por
eso, cuando alguien muere, los familiares del difunto acuden con dos o más
amigos de confianza y les piden el favor de "rascar" la tumba, esto
es: levantar la loza, sacar el féretro o lo que queda de él junto con los
restos del muerto. Los amigos no se pueden negar ya que sería una gran
grosería. Así que, pala y pico en mano caminan hasta el campo santo a cumplir
con el encargo. Para esto se hace todo un ritual, antes que nada se tiene que
llevar una botella de tequila, brandi o aguardiente, lo que sea, ¡pero que
raspe! Se sirven en los vasos y se empieza a platicar con el muerto, entre
trago y trago, se le pide permiso para sacar sus restos, se le habla por el
nombre que tuvo en vida y se le pide su autorización.
-
Mira fulanito, venimos a molestarte, esperamos que no te enojes, que nos
disculpes, pero murió tu sobrina Trinidad, ella no tiene donde descansar en
paz, por eso es que venimos a pedirte humildemente nos permitas que se le
entierre aquí a tus pies, cerca de ti. Si tú nos permites eso, te prometemos
que no te vamos a maltratar, te vamos a tratar con mucho cuidado y con todo el
respeto que nos mereces.
Una
vez habiendo platicado y bebido el aguardiente, se disponen a
"rascar" la tumba. Se recogen cuidadosamente todos los huesos que se
encuentran y se les mete en un costal o una bolsa, se dejan en los pies de la
tumba y se espera a que llegue el nuevo inquilino.
Es
sumamente importante que los rascadores realicen
Este
rito, porque si no lo hacen y no piden permiso o autorización al difuntito para
moverlo, este los molestará, durante noches enteras no podrán dormir, estarán
pensando solamente en el muerto y en sus huesos. Un frío helado recorrerá su
cuerpo, les hará temblar y provocará sudores fríos, no tendrán alivio hasta que
los lleven con alguien a que los cure del susto.
Durante
el cortejo fúnebre el difunto no puede ser cargado en hombros por sus
familiares, porque está la creencia de que el difunto se lo llevará con él. Una
vez más los amigos de la familia son quienes apoyan cargando el féretro.
Después
del entierro, con la botella de aguardiente ya vacía, los improvisados
enterradores y amigos de la familia van a la iglesia a rezar por el eterno
descanso del difunto a quien despertaron de su eterno letargo y por supuesto
piden poder dormir las siguientes noches tranquilamente.
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